El país vio en los últimos meses se manifestaciones masivas y surgieron acalorados debates por el empleo excesivo, a juicio de muchos, de la fuerza contra los afroamericanos por la policía.
Sirvió de pretexto la negativa de abrir expedientes penales contra dos oficiales de la policía, uno de los cuales mató a Michael Brown, de 18 años, mientras el otro asfixió a Eric Garner, de 43 años.
Según el informe de Amnistía Internacional, al menos 35 personas de 18 estados de EEUU murieron por las pistolas eléctricas usadas por la policía. Desde 2001 se registraron 602 de tales muertes.
"La mayoría de los fallecidos por pistola eléctrica no llevaba armas y no presentaba serio peligro", constatan los autores del informe.
Además, el informe llama la atención sobre el uso injustificado de balas de goma y gas lacrimógeno por los policías durante la dispersión de manifestaciones y protestas, por lo que quedaron traumatizados participantes de tales actos y periodistas.
"También se registraron otros incidentes que confirman la necesidad de revisar los estándares por los que debe regirse la policía al usar la fuerza", dicen los defensores de derechos humanos.
En agosto pasado, en la ciudad de Ferguson, el policía Darren Wilson abatió a tiros al joven afroamericano Michael Brown después de que éste ignorase la orden de detenerse. La muerte de Brown, desarmado, derivó en violentos enfrentamientos en la ciudad. La segunda ola de protestas se levantó a finales de noviembre, cuando el jurado declaró inocentde al policía.
Eric Garner, un asmático, murió en el estado de Nueva York después de que el policía Daniel Pantaleo colocara su brazo alrededor de su cuello y ejecutara una llave de estrangulamiento prohibida en ese estado, a pesar de que Garner, padre de seis hijos, repetía que no podía respirar.
