Son muchas las preguntas que aún quedan por responder sobre lo que podría ocurrir en Venezuela a partir de las elecciones legislativas. Lo concreto es que para el 6 de diciembre más de 20 millones de venezolanos están convocados a elegir un nuevo parlamento, que, si bien por ser un país con una forma de gobierno presidencial, este tipo de comicios pocas veces genera una mayor expectativa entre los ciudadanos, en esta oportunidad podrían marcar un punto de giro en la vida política de la nación bolivariana.
La oposición llega a esta cita electoral dividida en al menos tres bloques: con el sector liderado por Henrique Capriles Radonski, quien expresó su voluntad de participar pero que finalmente se retiró; el sector nucleado en torno a la figura de Leopoldo López y Juan Guaidó que han llamado a no votar, y el sector que sí participará porque, asegura, que se trata de una "oportunidad" para sacar a Nicolás Maduro del poder.
"La oposición ha tenido propuestas programáticas realmente muy pobres. Han estimulado la idea según la cual, si sale Maduro del poder, los problemas del país se arreglarán automáticamente, y esto denota la ausencia de un proyecto que convenza a los venezolanos de su capacidad real para conducir al país. Es más, con este ensayo de gobierno interino que intentaron con la autoproclamación de Guaidó quedó al descubierto la incapacidad ejecutiva de este grupo, que contando con el dinero de CITGO y el acceso a cuentas en el exterior del Banco Central de Venezuela no fueron capaces de articular una política concreta, por ejemplo, de la llamada ayuda humanitaria para los venezolanos, aun cuando la crisis humanitaria estuvo en el centro de su discurso social y político, no se perciben propuestas, lo que se percibe es mucha impotencia en la oposición venezolana", apunta Freitez.De forma paralela a las elecciones legislativas, Juan Guaidó y Leopoldo López realizarán entre el 5 y el 12 de diciembre una consulta donde los venezolanos mayores de edad, que estén en cualquier parte del mundo, podrán responder si quieren el cese de Nicolás Maduro de la presidencia, convocar otras elecciones presidenciales y parlamentarias "libres, justas y verificables" y si rechazan las elecciones del 6 de diciembre y se solicita a la comunidad internacional su desconocimiento.
"Creo que la consulta es el último movimiento que intenta Guaidó para salvar su estrategia. Es un recurso que busca hacer visible su capacidad de movilización, que fundamentalmente está entre los venezolanos en el exterior. Por eso la consulta tiene este énfasis: se realizará en los 5 continentes. En este sentido, es claro que busca un efecto internacional y ofrecer un hito mediático y una alternativa táctica para el relato de aquellos gobiernos que se pronunciarán para desconocer las elecciones parlamentarias en Venezuela. Producirá un hecho concreto que les permitirá desconocer las elecciones sobre la base de los resultados de esta consulta. A lo interno, buscará decirle a su militancia que la no participación en las elecciones tuvo una expresión política alternativa que le da continuidad a su propuesta de cese a la usurpación", explica Freitez.
La sombra de la abstención
Una de las sombras que persigue al 6 de diciembre es la posible baja participación, una tendencia muy variante en este tipo de comicios. Por ejemplo, en el año 2005 se registró una participación de 25%, en 2010 de 66% y en 2015 más del 70%.
Pero a la apatía que suelen provocar este tipo de elecciones en Venezuela, analistas suman otras variantes: la pandemia como factor inhibidor del voto, la "desbandada" de la oposición y la desmovilización dentro del chavismo.
"Observo que las energías sociales se desplazan a resolver la vida individual o del entorno más cercano. Pareciera que la crisis no permite que se piense más allá de lo personal", señala Freitez.
"Las elecciones como mecanismo para resolver crisis políticas, como había funcionado hasta ahora, dejan de operar desde las elecciones de 2018. No voy a discutir la legitimidad de las elecciones porque no hay duda al respecto, pero evidentemente, más allá de los problemas formales, las elecciones de 2018, lejos de resolver la crisis política las profundiza y da una oportunidad política a Estados Unidos y a sus aliados internacionales para esta aventura rocambolesca del gobierno interino de Guaidó", resalta Antillano.
"No podemos pensar que la crisis no ha dejado efectos en la legitimidad del gobierno. El reto no es cómo recuperar cuantitativamente el control político de todos los poderes públicos, sino en cómo cualificar la acción política del gobierno, en cómo volver a ganar a la gran mayoría del país. Y esto pasa por transmitir a la población que hay un giro en la forma cómo se conduce políticamente el gobierno, que ahora es un gobierno que escucha más, que sacrifica un poco de sus intereses partidistas por el interés general y que es capaz de llegar a acuerdos para resolver los problemas de las mayorías", sostiene Freitez.
"Por su parte, la oposición pierde la posibilidad de encarnar el descontento que existe de forma muy importante en Venezuela porque la abstención no conduce a nada y finalmente supone una crisis interna en la oposición en términos de representación, en quién representa a la oposición en Venezuela, y eso quizás sea lo más grave porque lo que yo creo que va a ocurrir a partir del 5 de enero es que nadie podrá atribuirse la representación de la oposición", alerta Antillano.
Guaidó ¿game over?
Y ¿qué pasará después?, ¿cuáles son los escenarios que se vislumbran?
"Estas elecciones del 6D serán la estocada final a esta aventura de Guaidó y su gobierno interino, que ya venía ocurriendo, porque no solo es aberrante, sino que significa un hecho sin precedentes en la historia porque se trata de un gobierno totalmente artificial, que sostiene su fuerza sobre la amenaza del ejercicio de la violencia de actores extranjeros como Estados Unidos. A diferencia de otros casos de gobiernos que de algún modo disputan la soberanía con el gobierno central y mantienen control territorial sobre alguna parte, en este caso no tiene naturaleza de gobierno, no se sostiene sobre su fuerza propia sino por la amenaza de la fuerza de EEUU", resalta Antillano.Sin embargo, Antillano alerta que la "estocada final" del proyecto Guaidó no garantizaría un camino fácil para el Gobierno.
"Del lado del chavismo lo que va a ocurrir es que el ganará abrumadoramente las elecciones, se anota una victoria estratégica, desbanda a la oposición, aniquila el experimento del Gobierno de Guaidó, lo deja fuera de juego, que además es una derrota indirecta pero no de menor importancia a Estados Unidos, que apostó todo su capital y prestigio a derrocar al Gobierno bolivariano y apoyar a Guaidó, logra el control mayoritario de la Asamblea Nacional, pero será una victoria que tendrá serios problemas porque la composición de la AN no va a expresar la correlación de fuerzas del país", advierte Antillano.
¿Quién manda a quién?
Según apunta Antillano, la mayor dificultad que encontrará el Gobierno bolivariano a partir del 5 de enero, cuando se instale la nueva Asamblea Nacional, será con quién negociar dentro de una oposición fragmentada.
Las fisuras dentro de la dirigencia opositora han sido públicas. A inicios de septiembre, Henrique Capriles Radonsky volvió al ruedo político y criticó a Guaidó por "jugar a ser presidente en internet". A la vez, Capriles llamó a la movilización opositora y a abrir caminos políticos a través del diálogo porque "lo que había se agotó", en clara referencia al plan de Leopoldo López y Juan Guaidó de instalar un gobierno paralelo.
"Leopoldo López y Capriles Radonsky se han disputado la conducción de la oposición desde el 2010. Luego de varias contiendas, la dirección estratégica de Capriles, que se basó en la conquista de espacios electorales del chavismo, se impuso hasta 2014 que pierde con muy pocos votos de diferencia ante Maduro, pero que no sabe defender, sino que asumiéndolo como fracaso político se deja quitar el liderazgo opositor y cede el lugar a López que representaba una corriente contraria, de salidas fácticas e incluso violentas, por la vía de golpes de Estado e intervenciones extranjeras. Desde 2014 con La Salida, López ha conducido a la oposición. La pregunta es si después del 6D, de esta consulta popular, lo seguirá haciendo", se cuestiona Freitez.
Antillano considera que el tiempo político de Guaidó, ficha política de Leopoldo López, tiene los días contados dentro y fuera de Venezuela.
"Seguramente la comunidad internacional va poner en duda la continuidad del apoyo o, al menos, va a perder el entusiasmo. La comunidad internacional que apoyaba a Guaidó que, por cierto, es minoritaria, pero que son los países con mayor poder político, diplomático, económico y militar, va a irse distanciando del apoyo a Guaidó, como la Unión Europea que, o le retira el reconocimiento o sencillamente enfría el apoyo sin hacer un gesto explícito", avizora Antillano.
¿Petrificación del conflicto o acuerdo nacional?
Ante este escenario, Antillano considera que quedarán dos vías.
"Podemos estar entrando en un proceso de petrificación, de congelamiento, de fosilización del status quo, es decir, convertir el conflicto venezolano en un conflicto intratable porque, de algún modo, la comunidad internacional se hastía, va a replegarse, va a retirarse, no va a respaldar a Maduro, pero tampoco va a respaldar la continuidad de Guaidó, no ven alternativa. La Unión Europea las veces que se ha intentado meter ha sido golpeada, incluso por la propia derecha venezolana y europea. EEUU, con el cambio de gobierno, no va a seguir la senda de Trump, pero tampoco tiene una estrategia alternativa y tiene otras prioridades de la agenda internacional, haciendo que Venezuela que estaba en el primer lugar de la agenda del Departamento de Estado pase a un lugar relegado. En términos internos, el gobierno no va a sentir necesidad de negociar, la oposición va a estar en desbandada, así que existe el grave peligro de entrar en esa especie de petrificación, de fosilización del status quo, donde la situación va a mantenerse estable con la continuidad de sufrimiento de las grandes mayorías", considera Antillano.El segundo escenario que se podría abrir, apunta Antillano, sería el de una posible negociación con las fuerzas opositoras democráticas que permitan el reconocimiento, la coexistencia de los dos bandos y la reconstrucción del país.
Pero ¿cómo garantizar que unas nuevas negociaciones no fracasen como las anteriores? donde la oposición puso como condición inamovible la renuncia del presidente Nicolás Maduro.
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