"Antes recibíamos la visita del tanquero solo una vez al mes. En esta época de pandemia nos preocupa no tener el alimento diario y, sobre todo, no contar con agua potable para prevenir el virus. No sabemos cuándo va a terminar esta emergencia", dice Sara Salazar, madre de familia y habitante de Barrio Lindo, ubicado en una zona alta.
"Lávate-te-te, lávate las manos, con agua y jabón nos vamos alistando". Al ritmo de la canción, con sonidos de marimba, rap y reggaetón, los habitantes de Barrio Lindo, en la ciudad norteña de Esmeraldas, fronteriza con Colombia, se preparan para recibir el tanquero, que desde abril distribuye dos veces por semana agua potable para los hogares.
El programa abastece de agua por medio de tanqueros a cerca de 3.000 familias.
Desde la ventana de varios hogares del barrio, se puede apreciar, a lo lejos, la inmensidad del Océano Pacífico, que baña estas tierras; la hermosura del paisaje, sin embargo, contrasta con la pobreza de la zona, cuyos niños cuando escuchan llegar al tanquero comienzan a repetir la pegajosa canción mientras salen con sus baldes para recolectar el agua.
La falta de agua potable es aún más sensible en medio del COVID-19 por el riesgo de contagio al no disponer en los hogares de agua para el lavado frecuente de manos.
El programa también incluye el monitoreo de la calidad de agua que se distribuye y la promoción del lavado de manos a través de mensajes que, al ritmo de la música, son reproducidos por los tanqueros mientras recorren los 15 barrios periurbanos.
"Para nosotros es muy importante que los tanqueros pasen de manera frecuente porque el agua nos sirve para beber, cocinar, lavarnos las manos y lavar la ropa, entre otras cosas. Antes teníamos que esperar mucho tiempo para recibir el agua", menciona Mel, de 13 años.
Para enfrentar esta situación, algunas familias siembran alimentos básicos en sus patios: plátano verde, frijoles, maíz y vegetales, base de la alimentación en la zona.
Los adultos y los niños participan la actividad, que les ha permitido, además, compartir tiempo juntos.
Mauricio Ramírez, especialista en Agua, Saneamiento e Higiene de UNICEF Ecuador, dijo que aunque son muchas las familias que se benefician del programa, aún son muchos los desafíos para romper la brecha en el acceso a servicios básicos.
La oficina de la Unicef en Ecuador también apoya a 6.000 familias migrantes y a diferentes poblaciones de la provincia que también lleva el nombre de Esmeraldas, en el acceso a elementos esenciales de higiene personal como jabón, cloro, alcohol desinfectante y mascarillas.