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Brasil entra en la carrera por la vacuna contra el COVID-19

© REUTERS / Adriano MachadoUna mujer en mascarilla en Brasilia
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RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — Como si de una carrera a contrarreloj se tratase, medio mundo se lanzó en los últimos meses a la búsqueda de una vacuna contra el COVID-19 (la enfermedad causada por el nuevo coronavirus). Y en la lucha de la humanidad contra la pandemia, Brasil tendrá un papel importante.

Este país latinoamericano será el campo de pruebas para dos de las vacunas más avanzadas hasta la fecha: la del laboratorio chino Sinovac y la de la Universidad de Oxford junto a la farmacéutica sueco-británica Astrazeneca, aunque en todo el mundo hay más de 130 posibles vacunas contra el SARS-Cov-2.

"Me imagino que tendremos algunas vacunas… No creo que dos o tres sean suficientes, tenemos que pensar que toda la población global tiene que tener acceso a la vacuna (…) Cuantas más opciones haya, mejor", explicó a Sputnik el gerente de asociaciones estratégicas y nuevos negocios del Instituto Butantan de Sao Paulo, Tiago Rocca.

El Instituto Butantan, un centro público de referencia, empieza en los próximos días una misión importante: reclutar a más de 9.000 voluntarios para probar la vacuna. Probablemente serán profesionales del sector sanitario, por estar más expuestos al virus.

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Esta es la tercera fase de trabajos (antes ya hubo buenos resultados en laboratorios y en simios), y si todo sale bien se espera que la vacuna pueda estar lista en el primer semestre de 2021. "Sería una sorpresa si la tuviéramos ya en 2020", dice Rocca, que prefiere no pecar de optimista.

Esta sería, en parte, una vacuna "made in Brasil", ya que el acuerdo entre el laboratorio chino y Butantan contempla la transferencia de tecnología para que pueda fabricarse a gran escala en suelo brasileño.

Proceso largo

Tener la vacuna lista, no obstante, no permitirá cantar victoria. El proceso de fabricación, distribución y comercialización también será largo y costoso, aunque el Butantan, por ejemplo, presume de gran capacidad para poner las vacunas sobre la mesa: en tres meses podría producir 100 millones de dosis, por lo que en seis meses se podría inmunizar a los más de 200 millones de brasileños.

A pocos kilómetros del Instituto Butantan, en los pasillos del Centro de Referencia para Inmunobiológicos Especiales (CRIE) de la Universidad Federal de Sao Paulo (Unifesp) también hay espacio para la esperanza: esta universidad pública trabaja de la mano con la Universidad de Oxford para probar la vacuna de Astrazeneca.

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En este caso serán mil voluntarios en Sao Paulo y otros mil en Río de Janeiro, los dos estados que concentran la mayoría de casos de COVID-19 en Brasil (ya son más de 262.000 contagiados en estas regiones).

"Lo más importante es realizar esta etapa del estudio ahora, cuando la curva epidemiológica aún es ascendente y los resultados podrán ser más asertivos", comentó al anunciar el acuerdo la investigadora principal del estudio y coordinadora del CRIE de la Unifesp, Lily Yin Weckx.

Y es que Brasil ha sido escogido por estos laboratorios no sólo por la calidad de sus centros de investigación, sino también porque el país es a día de hoy el epicentro de la enfermedad a nivel global. Tener estas vacunas probándose en tierras brasileñas puede suponer cierta ventaja en un futuro, pero no un privilegio.

"La vacuna en general será un bien global. La pandemia no respeta fronteras. Entiendo que si mañana o en seis meses se aprueba la primer vacuna hay que continuar las inversiones en otras vacunas (…) Nadie puede quedarse atrás, cuantas más opciones disponibles haya, mejor para todas las naciones", comenta Rocca.

No obstante, la capacidad de Brasil de producir (y exportar) vacunas le sitúa en una posición ventajosa. Igual que Alemania, Italia, Holanda y Francia, que ya han tomado la delantera con el acuerdo para fabricar y suministrar el resto de países europeos 400 millones de dosis de la vacuna que desarrollan la Universidad de Oxford y Aztrazeneca. 

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