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Venezolanos se adaptan a vivir con mascarilla en un mes de cuarentena

© REUTERS / Manaure QuinteroUn hombre con mascarilla en Caracas, Venezuela
Un hombre con mascarilla en Caracas, Venezuela - Sputnik Mundo
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CARACAS (Sputnik) — Desde hace un mes es un riesgo para los venezolanos salir a la calle ante el brote COVID-19, y en este tiempo por órdenes del Gobierno para evitar el crecimiento exponencial de contagios, se instauró el uso de mascarillas, un implemento que se convirtió en una pieza más del atuendo de los ciudadanos en la cuarentena.
"Yo salgo con mi tapabocas, porque no quiero que me estén diciendo nada en la calle y tampoco me quiero contagiar, a mi hijo le hice uno chiquito, porque cuando voy a la calle no tengo con quien dejarlo", dijo a Sputnik Romina Márquez, mientras mostraba el tapaboca con estampado del hombre araña que había elaborado a mano para su hijo.

El pasado 15 de marzo, cuando se anunció la cuarentena en Caracas y otros siete estados (medida que un día después se extendió a todo el país), el Gobierno fue enfático "nadie sale sin tapaboca".

En ese momento la gente iba con trapos, capuchas, paños o incluso había quienes llevaban un papel para taparse la nariz, pero ahora la mayoría ha confeccionado o comprado unos barbijos de tela, algunos combinados con la ropa, otros con estampados.

Calles concurridas

En Caracas la calle parece estar viva hasta las 14:00 hora local (18:00 GMT), después la mayoría de los negocios cierran, los camiones recogen su mercancía y comienza el silencio, el vacío.

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Pero entre las 7:00 (11:00 GMT) y hasta pasado el mediodía, en el este de la ciudad, en la zona de Palo Verde, específicamente en la entrada del barrio de José Félix Ribas, da la impresión de que muchos comenzaron a perder el miedo a la pandemia.

Sus necesidades los empujan a las calles y se tropiezan unos con otros con bolsas de comida, maletas, bombonas de gas y otros productos, cuidadosos de no tropezar a la mercancía de los vendedores informales.

"El quesero se volvió loco, hoy tenemos precios de oferta", grita uno de los vendedores, mientras con un palo al que le amarró tiras de plástico espanta las moscas, y ofrece queso fresco a los transeúntes, junto a un puesto de venta de carne.

Una señora mayor de 60 años avanza con su carrito de la compra por las estrechas aceras del sector, lleva un tapabocas y un bastón, y aunque se niega a declarar, afirma: "si estoy en la calle es porque necesito salir a comprar comida".

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A un lado de la señora, está un hombre que vende café y muy cerca una mujer comprando cigarrillos.

Este jueves (16 de abril) hay un movimiento que no tenía esta zona hace un mes, corroboró Sputnik en sus recorridos.

Hacia el centro del sector, en la calle por la que se encuentran los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana y la policía, hay menos peatones, la gente camina con más orden, la mayoría son trabajadores, algunos de empresas de alimentos, otros de la salud.

También se ven algunas personas con bolsas de alimentos, vendedores de hiervas, de condimentos, de helados de agua con azúcar y colorante, conocidos en Venezuela como "chupi-chupi".

"En estos días he caminado más que nunca, poca gente me compra, pero igual con lo que hago el día algo me llevo para la casa, la calle no está fácil", relató Román de 68 años, un vendedor de chupis que prefirió reservarse su apellido, y cuyo rostro quemado por el sol y ojos rojos evidenciaban cansancio.

En la vía está un contingente de la Guardia Nacional, revisan los pocos autos que transitan por la vía y requisan a quienes lleven algún bidón con gasolina.

Y es que además de la pandemia, Venezuela está afectada por una fuerte escasez de combustible.

Sectores vacíos

El casco central de Petare, conocido por lo concurrido e inseguro que suele ser, sí está cambiado, los vendedores informales casi no se ven, algunos se paran con sus cajas ofreciendo productos en calles cercanas, escondiéndose de los cuerpos de seguridad que a ratos patrullan.

Policías y militares, con rostros agotados y la mayoría con tapabocas caseros, supervisan varias calles.

"Hemos trabajado más que nunca en estos días", afirmó uno de los uniformados que se negó a dar su nombre.

De pronto por la zona aparecen dos jóvenes con tapabocas y trajes blancos enteros, que con una máquina van rociando alcohol en las manos a los peatones y sobre los mesones de panaderías, charcuterías, supermercados, negocios de mecánica, e incluso a los policías.

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A menos de una cuadra, en la entrada del transporte subterráneo, numerosos efectivos de la Guardia Nacional se mantienen vigilantes, muy cercanos unos a otros.

Los efectivos controlan que la zona de Petare se mantenga sin aglomeraciones y el acceso de los peatones al metro, que solo está habilitado para sectores priorizados en el marco del estado de alarma.

La cuarentena fue extendida por el Gobierno de Venezuela por un mes más y el presidente Nicolás Maduro aseguró que por mucho tiempo los venezolanos se mantendrán usando tapabocas.

En este período de aislamiento social las autoridades aseguraron que se ha logrado mantener aplanada la curva de contagios.

Hasta el momento en esta nación se han enfermado 197 personas con COVID-19 y nueve de ellas han muerto.

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