"Gracias a la pandemia del nuevo coronavirus, sale a relucir la grave situación actual de la Iglesia católica en el mundo actual, una de las instituciones más antiguas a la que le resulta cada vez más difícil acomodarse a los nuevos tiempos, que exigen una renuncia absoluta a lo que ha practicado durante siglos", dijo a Sputnik el autor del libro "Topar con el Vaticano".
Cualquier institución que tiene que cambiar de manera tan radical una tradición de tantos siglos, "experimenta estas fechas religiosas mucha zozobra", dice el autor español de una documentada reivindicación de la Teología de la Liberación latinoamericana.
Alonso Herrero, quien se ordenó sacerdote y durante dos décadas recorrió países del continente americano como jesuita, desde Nueva York hasta Sudamérica, confiesa que él extraña en estas fechas las coloridas alfombras y estandartes del catolicismo, que suelen decorar las calles durante las tradicionales festividades que cada año escenifican la crucifixión de Jesús.
El jerarca expresó su gratitud sincera por "las transmisiones desde Basílica de la Virgen de Guadalupe, en el portal oficial de la revista Desde la Fe y de muchas otras plataformas que generosamente se han sumado a colaborar".
El entrevistado, teólogo y sociólogo español formado en Frankfurt, Alemania, compara esa inédita Semana Santa de pandemia con la imagen solitaria en la plaza de San Pedro del Vaticano del papa Francisco, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, inspirado en Francisco de Asis.
"Para quienes hemos vivido las ceremonias de la Cuaresma con todo su esplendor, observar a la soledad de la jerarquía católica en espacios casi ridículos a los cuales tiene que recurrir para mantener su presencia en el mundo, nos resulta sorprendente y dramático", dice el exjesuita.
Crucifición: de la multitud a la TV
Alonso Hererro recuerda la primera vez que presenció la representación de actores que cargan gigantescas cruces al Cerro de la Estrella, en la popular zona de Itztapalapa en oriente de la Ciudad de México, con más de un millón de asistentes a todo el recorrido cuesta arriba.
"La primera Semana Santa que asistí a ese viacrucis fue en 1975, visto desde el lado mexicano, lo considero como una reminiscencia ya pasada de moda de lo que fue el dominio español y del Vaticano en estas tierras", dice el investigador.
Esas masivas muestras de religiosidad, "me recordaron lo que todavía se revive en España, sobre todo en las zonas más atrasadas como Andalucía, donde ahora celebran de diversas maneras, tratando de conservar el pasado, con los mismos mensajes que nos decían hace 70 años los franquistas", durante la dictadura de Francisco Franco (1936-1973).
Por su parte, doctor en Ciencia Política y también exjesuita, Rubén Aguilar, dijo a Sputnik que en la representación de la pasión en Iztapalapa que llegó a congregar hasta dos millones de personas, donde miles participan en la representación, en esta ocasión solo intervinieron 38 ciudadanos que fueron elegidos por la comunidad y se entrenaron todo el año.
El también profesor de la Universidad Iberoamericana de la Compañía de Jesús, recuerda que esta representación surgió en 1833, después de una epidemia de cólera que golpeó a ese lugar, una paradoja de la actual pandemia.
"En esta ocasión, los 38 ciudadanos hicieron la representación en el atrio de la iglesia colonial de Iztapalapa, para que fuera televisada, una representación que cumplió la norma sanitaria de mantener la sana distancia", explica el académico.
Las nuevas circunstancias las determina otra epidemia del COVID-19.
"La comunidad católica nunca ha suspendió la celebración a pesar de invasiones y guerras civiles, jamás ha dejado de hacer su representación de la pasión, ahora tampoco, aunque adaptada a las circunstancias", explica Aguilar.
El experto en temas del Vaticano indica que la jerarquía católica decidió mostrar a la sociedad que "actúa con responsabilidad en la protección de sus fieles".
Esa decisión, muestra los dilemas del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que decidió mantener sus reuniones, conferencias y giras, que según sus críticos ponen en riesgo la salud de muchas personas y la suya misma, contrasta el politólogo.
"En un gesto de responsabilidad, el presidente también podría imitar a la Iglesia y hacer sus eventos vía la televisión y redes sociales", puntualiza el autor de libros sobre la sociedad civil mexicana.
Las transmisiones televisivas religiosas se harán por servicio de televisión por cable, el canal Heraldo TV, el canal 151 de Izzi y en el canal 161 de Sky, "en el entorno de la emergencia sanitaria que estamos viviendo y mantenernos unidos en la fe".