Muchas veces, necesitamos una mirada externa para comprender algunas de las cosas que nos rodean cotidianamente. Y eso parece haberle sucedido a mucha gente que vive en Buenos Aires cuando se toparon con el hilo de Twitter de Vanessa Bell, una joven londinense que se mudó a la capital argentina en 2010 y se sigue sorprendiendo por varias de sus particularidades.
La joven dio inicio a un hilo de Twitter que enumeró varias curiosidades sobre los 'porteños', como se conoce a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires. El hilo se volvió viral, con miles de likes y retuits.
1) 10 years ago today I moved to Buenos Aires from East London. I started a blog and wrote a post on my impressions a year later, working as an English teacher and trying to get my head round Argentinians and their customs (STARTS THREAD) pic.twitter.com/p93tj91qmn
— Vanessa Bell (@cremetoursBA) February 4, 2020
Trece percepciones de una inglesa sobre Buenos Aires
- Buenos Aires deja a Nueva York en las sombras. Esta es realmente la ciudad que nunca duerme y estuve cansada por 359 días.
- Por alguna razón desconocida, los porteros de los edificios 'riegan' las veredas, convirtiendo a las baldosas flojas en el enemigo número uno, a menos que seas fanático de tener agua podrida hasta tus rodillas.
- Los chicos argentinos besan como lavarropas en un ciclo de centrifugado rápido. Y el juego sexual previo es algo que necesitan googlear (a menos que tengas suerte).
- La razón de por qué hay tan pocas monedas y cambio chico en esta ciudad es un misterio, con muchas leyendas urbanas y teorías especulativas al respecto.
- La mayoría de los 'kioskeros' [trabajadores de pequeñas tiendas] prefería perder su riñón izquierdo antes que quedarse sin cambio y la mayoría de los comerciantes preferirían perder su riñón derecho antes de darte cambio de 100 pesos (1,65 dólares) por una compra de menos de 20 pesos (0,33 dólares).
- Hacer 'cola' es el pasatiempo nacional: las filas rápidas no existen y la muerte por burocracia no es poco frecuente.
- No hay tal cosa como un almuerzo gratis. Prefiero pagar a medias.
- Los hoteles de alta rotatividad (telos) son tan 'cursis' como suenan: pantallas LED contando los minutos de 'intimidad', espejos que van desde la pared al techo, muebles kitsch, jacuzzis, habitaciones temáticas, juguetes sexuales a la venta, algunos ofrecen tarjetas de fidelización (no es broma). Te ayuda a sentirte dentro de una película porno de bajo presupuesto de los 70.
- Las demostraciones públicas de afecto están perfectamente aceptadas. En el metro sentado a tu lado, en un banco en el parque, en un restaurante, a veces de forma ruidosa y al alcance del oído.
- La mayoría de los porteños no puede tolerar el picante. Alcanza con mencionar la pimienta negra y ya huyen despavoridos.
- Aquí la acelga reina pero no recibe un trato justo. Tristemente es cualquier cosa menos cruda en su presentación final, sino un mantillo verde sobrecocido presentado como un vegetal.
- No hay explicación lógica para cuánto cuestan muchas de las cosas aquí: por el precio de un litro de leche puedes viajar el equivalente desde Londres hasta Brighton, dos veces.
- En lo que respecta a moda, en esta ciudad todo es sobre señoras viejas. En estos días recibo consejos sobre estilo de octogenarias.