La población Lo Hermida, en la zona oriente de Santiago, surgió de los embates de la lucha social. Ha sido protagonista de varias de las denuncias de violaciones a los derechos humanos producto de la acción policial durante las protestas que estallaron en octubre en Chile. Desde la dictadura (1973-1990), ha denunciado el modelo económico de exclusión implantado en el país.
El barrio nació de tomas de terreno organizadas por los pobres de la ciudad emigrados desde sectores rurales y comunidades indígenas, que buscaban solución para el acceso a la vivienda. Lo Hermida fue el resultado de los procesos de ocupación que se concretaron durante el primer año del Gobierno de Salvador Allende (1970-1973).
Tras el golpe de Estado de septiembre de 1973, la comunidad sufrió la persecución, ejecución y desaparición de varios de sus vecinos, a lo que la población respondió con organización y resistencia durante la década de 80.
En democracia, explica a Sputnik Millaray Castillo, vocera y miembro de la comisión de derechos humanos de la Asamblea Territorial de Lo Hermida, "las desigualdades continuaron y se agudizaron con las políticas neoliberales impuestas por los gobiernos".
"Los derechos humanos básicos como el de la educación, la salud, la vivienda y el de una remuneración justa han sido atropellados sistemáticamente por el Estado de Chile", denuncia.
En ese contexto, el 11 de noviembre los vecinos de Lo Hermida realizaron una toma simbólica del terreno en la Viña Cousiño Macul, a poca distancia del barrio, para visibilizar su eterna espera. Esperan por una solución habitacional para los cientos de allegados que tienen en la comuna. Y la acción fue duramente reprimida, como lo pudieron registrar en filmaciones.
Durante la noche de ese día, la violencia se agudizó; terminó con barricadas y enfrentamientos en las afueras de la subcomisaría de la comuna.
Desde entonces hasta la primera semana de diciembre, los heridos, detenciones, allanamientos y apremios ilegales suman más de 650 casos.
Ante estos atropellos, expuestos y denunciados ante los organismos nacionales e internacionales, los habitantes de Lo Hermida reiteran una verdad: "en un contexto en que no hay justicia social, ni humana para todas las y los asesinados, torturados y mutilados, no puede haber paz".