Se trasladará a 16 presos "desde la capital (Belem do Pará), 10 presos irán a cárceles federales (administradas por el Gobierno central) y los otros seis serán reubicados en cárceles del estado de Pará", informó en un comunicado el Gobierno de Pará.
Asimismo, otros 30 presos involucrados en el enfrentamiento también dejaron la cárcel de Altamira la tarde del 30 de julio y fueron trasladados a Belém, aunque las autoridades no informaron dónde se reubicará a estos prisioneros; en total, 46 presos dejarán la cárcel de Altamira.
La operación del traslado cuenta con la participación de 100 agentes de seguridad pública, entre policías civiles y militares y funcionarios de la Superintendencia del Sistema Penitenciario.
En paralelo, el Gobierno regional también trabaja en la atención a los familiares de las víctimas, que esperan poder recuperar los cuerpos de sus seres queridos.
Según las autoridades, un equipo formado por cinco médicos, cuatro psicólogos, cinco asistentes sociales y cuatro enfermeros garantiza atención a las familias, "24 horas al día, por tiempo indeterminado".
La masacre se produjo después que presos pertenecientes a la facción Comando Clase A (CCA) atacaron a los del Comando Vermelho (CV), una banda rival.
Dejaron 16 muertos por decapitación y 41 por asfixia causada por inhalación de humo, provocando la peor masacre en el sistema de prisiones de Brasil desde 1992, cuando 111 presos murieron en Carandiru (Sao Paulo).