Bonito está situado en el estado de Mato Grosso do Sul, a unos 200 kilómetros de la frontera con Paraguay y no muy lejos del Pantanal, el mayor humedal tropical del planeta.
El elocuente nombre de esta pequeña localidad de 20.000 habitantes se debe al capitán Luiz da Costa Leite Falcão, pionero de estas tierras que en 1869 bautizó su hacienda como "Rincao [rincón] Bonito".
Motivos no le faltaban: los alrededores están repletos de ríos y lagos de aguas cristalinas y tienen un subsuelo privilegiado, con más de 60 cuevas, muchas de ellas aún no exploradas, en las que abundan las estalactitas y estalagmitas.
Gracias al suelo calcáreo, que elimina rápidamente todas las impurezas del agua, el río Sucuri es el tercero más transparente del planeta, y los turistas pueden bucear en él y apreciar su enorme cantidad de peces como si de un acuario se tratara.
La caverna Abismo Anhumas también es resultado de la peculiar formación geológica de la zona; se trata de una enorme bóveda bajo tierra que alberga en su interior un lago del tamaño de un campo de fútbol.
Incluso los visitantes menos experimentados pueden descender al fondo de la gruta con una cuerda y después bucear en su interior y apreciar conos calcáreos de hasta 20 metros de altura sumergidos en el agua.
Estos y otros atractivos (hay una treintena visitables) están situados en propiedades privadas; para acceder a ellos hay que pagar y reservar con antelación, en virtud del sistema implantado en Bonito desde hace años para evitar que el turismo masificado destruya el delicado equilibrio natural.
"Se hicieron estudios ambientales para determinar el número máximo de personas que pueden entrar cada día en cada lugar, siempre con guías y en grupos pequeños; la preservación ambiental es prioritaria", comentó.
Tiago asume que en muchos casos esta preservación se debe al "idealismo" de los propietarios, ya que abrir muchas de esas fincas al turismo no siempre conlleva un retorno económico inmediato; la mayoría obtienen más beneficios dedicándose únicamente a la ganadería o al cultivo de maíz y soja.
Sin embargo, Bonito demuestra que el equilibrio es posible.
La pesca, por ejemplo, está prohibida en 60 kilómetros a la redonda de Bonito, para garantizar el futuro de los criaderos de peces; de paso, los turistas que bucean en sus ríos tienen una experiencia única, apuntan en la zona.
A pesar del modelo de desarrollo sostenible, las tensiones con el agronegocio son frecuentes en este estado brasileño, uno de los cinco principales productores de granos del país.
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El impacto de la presión agrícola empieza a sentirse en Bonito.
El pasado mes de enero, en plena temporada alta de turismo, el siempre turquesa Rio da Prata se tiñó de marrón durante días debido al drenaje de unos terrenos, obligando a cancelar visitas y lanzando una señal de alerta sobre el futuro de este paraíso natural.
