La nota precisa que fueron renovadas 80 declaraciones de Condición de Estabilidad (DCE) de sus estructuras, que vencían el 31 de marzo pero que "otras estructuras (17), con estudios complementarios y obras de refuerzo ya en marcha, no obtuvieron sus declaraciones".
Otra decena de represas de residuos mineros no están en una situación tan grave, pero siguen sin cumplir los requisitos de seguridad, aunque la empresa asegura estar tomando medidas.
"Tales estructuras fueron precintadas y sus niveles de emergencia se elevaron a 1, que no requiere de evacuación en zonas de autorrescate", dijo Vale en el comunicado.
Para asegurar la estabilidad de las estructuras, Vale sigue "nuevos parámetros" en base a orientaciones del poder público, en especial de la Agencia Nacional de Minería.
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No obstante, este tipo de fiscalización está en el punto de mira desde la tragedia de Brumadinho, ya que esa represa fue evaluada como segura por una auditoría externa realizada por la empresa alemana Tüv Süd en septiembre de 2018, pocos meses antes de su rotura.
La rotura de la represa de Vale en esa pequeña localidad generó una enorme ola de lodo tóxico, que también contaminó decenas de kilómetros del río Paraopeba, uno de los afluentes del río San Francisco.
El San Francisco baña cinco estados y es uno de los principales ríos y fuentes de agua potable de Brasil, y según algunas entidades ambientales también estaría contaminado con metales pesados.