Muñoz Borrero salvó la vida de personas judías del exterminio provocado por el régimen nazi, emitiendo más de un centenar de pasaportes por cuenta propia y con fines humanitarios.
La restitución a la carrera diplomática fue una señal de desagravio.
Sus nietos —que residen en Estocolmo— recibirán el acuerdo ministerial con firma autógrafa por vía diplomática.
El homenaje se realizó con un emotivo acto en Quito, en el Palacio de Najas, sede de la Cancillería ecuatoriana, al cual asistió el cuerpo diplomático, autoridades, familiares de Borrero y la comunidad judía asentada en Ecuador.
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Valencia se refirió a las lecciones perennes que dejó el cónsul Muñoz Borrero.
"Frente a la confusión ética que traen el terror, la violencia y la intolerancia, pueden sobrevivir la bondad y la filantropía (…). Gracias eternas, cónsul Manuel Antonio, por recordarnos que donde no hay humanidad, hay que tratar de llenar ese vacío", expresó.
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Un árbol de algarrobo, sembrado en los jardines del Palacio de Najas será desde el viernes el símbolo viviente del agradecimiento a la labor humanitaria de Muñoz Borrero, tras el acto de reconocimiento en el que retumbaron con fuerza las frases "recordar es un acto noble y necesario", de Elie Wiesel (1928-2016), Premio Nobel de la Paz 1986, y la acuñada en Argentina "Nunca más", utilizada por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de personas en 1984 para repudiar el terrorismo de Estado.
El homenaje a Muñoz Borrero coincidió con la trágica recordación de los 80 años de la "Noche de los Cristales Rotos", en la que el Holocausto tuvo su inicio.