"No he podido cumplir con la huelga por el trabajo, pero en parte estoy a favor del paro si es para que nos escuchen", dijo Federico, que trabaja como empleado de hotel.
"Me quedé a dormir acá porque no tengo medios para volver a casa, y aunque tengo auto, no me arriesgo a traerlo", afirmó Federico.
El paro fue convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal central sindical de Argentina por la que este argentino no tiene especial estima.
"No estoy de acuerdo con los sindicalistas, solo apoyo que el pueblo pueda expresarse, porque esto afecta a la clase media", sostuvo.
Negocios abiertos
La mayor parte de las tiendas y comercios en el centro de Buenos Aires decidieron abrir pese a la huelga, aunque se podía apreciar un menor movimiento de transeúntes en la calle.
"El Gobierno está haciendo las cosas mal con la clase trabajadora, no hablemos de los jubilados", comentó Jorge, un pensionista de unos 70 años al recordar que la jubilación mínima es de 8.600 pesos (215 dólares).
El Gobierno se equivoca al negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un nuevo acuerdo para reprogramar los montos e incluso aumentar el crédito inicial concedido en junio por valor de 50.000 millones de dólares, opinó el jubilado.
Las intervenciones del organismo multilateral siempre ocasionaron un desastre en el país sudamericano, añadió.
"Siempre nos fue mal cada vez que recurrimos al FMI, eso se traduce en planes de ajuste en casi todos los rubros, hasta los planes de obras los pararon", resumió.
Sin colegio
Su hija es profesora en la escuela pública y pudo acatar la huelga tanto el 24 como la del 25 de septiembre que convocó otra de las centrales sindicales, la Central de Trabajadores de Argentina (CTA).
"Me parece que si las cosas no están funcionando, el pueblo se tiene que hacer ver", señaló la estudiante a esta agencia.
En el colegio no hablaron sobre los motivos de la huelga, "porque los directivos no quieren politizar el ambiente, pero entre el alumnado se habla que si las cosas no están bien, hay que hacerse respetar", comentó.
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Martina estaba acompañada de su padre, Leonardo, que trabaja en un comercio de venta mayorista.
"Mi jefe no abrió porque tenía un poco de miedo, y mi señora no fue a trabajar porque no podía llegar al locutorio en el que está empleada", resumió.
Este argentino afirmó que suenan dos campanas en Argentina: una, la de los trabajadores, y otra, "la de los jefes que quieren que trabajes".
El peso argentino se depreció 2% tras conocerse la intempestiva renuncia del presidente del Banco Central, Luis Caputo, horas antes de que se conozca el nuevo acuerdo del Gobierno con el FMI para intentar calmar la turbulencia financiera que depreció la moneda local.
El país atraviesa una crisis económica y política que ha llevado a que en los últimos tres meses renunciaran tanto Caputo como su antecesor, Federico Sturzenegger.