El convenio de ese organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue ratificado con 78 votos a favor, sin pronunciaciones en contra ni abstenciones, pero con la ausencia de bancadas opositoras, en la sesión que culminó la noche del 20 de septiembre.
El Convenio 98 de la OIT establece los derechos de los trabajadores a sindicalizarse sin "ser sujetos de ninguna discriminación", y prohíbe que patrones o gobernantes tengan injerencia en su organización.
También prohíbe la afiliación obligatoria a centrales de trabajadores oficialistas, que fue una de las prácticas del llamado "corporativismo sindical de Estado" en el país latinoamericano, acentuado en la era de más de 70 años de gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
Tras la primera alternancia en la presidencia en el año 2000, distintas iniciativas para ratificar ese convenio habían naufragado en el Congreso.
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Así se explica que el senador Carlos Aceves del Olmo, tres veces diputado y líder sindical del PRI (centro-derecha), advirtiera a la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, izquierda) del presidente electo Andrés Manuel López Obrador, que la ratificación del convenio de la OIT podría causar "conflictos".
Aceves del Olmo, actual secretario general de la Central de Trabajadores de México, fundada en 1936, expresó en la tribuna que la ratificación senatorial "podría provocar conflictos laborales y estancamiento económico".
El convenio no concierne a funcionarios del Estado, pero tampoco menoscaba "sus derechos o su estatuto", indica el dictamen.
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La aprobación del Convenio 98 de la OIT garantiza condiciones democráticas que exigían organizaciones disidentes del antiguo sindicalismo progubernamental, que predominó en el país durante siglo XX y aún persiste.