Tras haber vivido durante seis años lejos de casa e ingresar en una prestigiosa escuela para varones en Bogotá, Efraín, el protagonista de la novela 'María' (1867), vuelve a la casa de su familia en el Valle del Cauca.
"Antes de ponerse el Sol, ya había visto blanquear sobre la falda de la montaña la casa de mis padres. Al acercarme a ella, contaba con mirada ansiosa los grupo de sus sauces y naranjos, a través de los cuales vi cruzar poco después las luces que se repartían en la habitaciones".
Las palabras de la novela de Jorge Isaac y los hermosos paisajes donde María y Efraín vivieron su romance cambiaron para siempre la vida de Yuzo Takeshima. La hacienda El Paraíso y sus alrededores, donde se desarrolla la novela, fueron suficientes para que este joven japonés dejara su país y se embarcase en una aventura de incierto final.
Takeshima llegaba a Colombia en 1927 acompañado del cónsul de Panamá y de un técnico agrícola. Estaba obsesionado con el Valle del Cauca, explica BBC Mundo, y el grupo de aventureros envió dos informes al Gobierno de Japón en los que señalaban que la mejor zona para asentar una colonia era la que Isaac describía en su novela.
Más: Estos tres escritores de literatura francesa nacieron en Uruguay y tú no lo sabías
"Sanmiguel atribuye a Takeshima la aparición de la primera colonia de japoneses en Colombia. Destaca que la novela fue clave para conseguirlo, ya que los informes que recibió el Gobierno japonés mencionaban el libro.
Sin embargo, todo se complicó en 1941 —en plena Segunda Guerra Mundial—, cuando el Gobierno japonés lanzó un ataque sorpresa contra la base estadounidense de Pearl Harbor. Colombia, que era aliada de los estadounidenses, llevó a algunos de los japoneses a un campo de concentración y los diplomáticos nipones en el país fueron expulsados a Japón.
Sanmiguel describe la novela de Isaac como "el cordón umbilical" de la migración japonesa en Colombia. El Valle del Cauca y, en concreto, la hacienda El Paraíso, son hoy lugar de peregrinación de los japoneses que viven en Colombia y de sus descendientes, que hoy se cuentan por miles.