"Tengo mis convicciones de que las reparaciones en Buenos Aires para mí no fueron bien", afirma a esta agencia Óscar, un marino que lleva 35 años en la fuerza y pasó gran parte de su carrera embarcado en el San Jan.
Construido en 1982 en la factoría alemana Thyssen Nordseewerke, situada en la ciudad alemana de Emden (oeste), el buque fue restaurado 35 años después en el Complejo Industrial Naval Argentino (Cinar) para alargar su vida media unos 30 años.
"Ya no le tenía confianza (a los trabajos de reparación) cuando el submarino salió de Buenos Aires, porque se lo tuvo que partir al medio, lo dividieron en dos partes, y después lo soldaron", detalla.
Con sus 66 metros de eslora (largo) y 7 de manga (ancho), el navío se estrenó en las aguas el 20 de junio de 1983 y fue incorporado por la Armada argentina en 1985.
Fotos: La búsqueda del submarino ARA San Juan
Casi cuatro décadas después, "cuando salió el submarino de reparación, fallaban cosas", afirma el marino desde la Base Naval del Mar del Plata, provincia de Buenos Aires, donde se espera la llegada de la embarcación desde el 19 de noviembre.
"Yo salí con dudas, más allá de que (el submarino) pasó todas las pruebas, y aunque no sé cómo habrá andado ahora (en su viaje actual), yo no tenía fe a las reparaciones", reconoce.
En su opinión, el buque debería haber regresado a los talleres que lo vieron nacer.
"Si quieres hacer buenas reparaciones, tienes que llevarlos al lugar donde lo hicieron: lo llevas a Alemania, te gastas unos mangos (dineros) más, y que lo hagan los alemanes", reprocha.
Vida en el San Juan
El marino habló con estas palabras de un buque sobre el que transcurrió gran parte de su carrera militar.
Tras graduarse, el militar pasó una temporada en la Fragata Libertad (otro de los buques de la Armada) y regresó de nuevo al comando de Mar del Plata en 1990, "año a partir del cual no me moví más de acá", sostiene.
Óscar pasó muchos años embarcado en el submarino que hoy se encuentra con sus 44 tripulantes en paradero desconocido desde el 15 de noviembre, cuando emitió su última comunicación a 430 kilómetros mar adentro a la altura del Golfo de San Jorge (sureste de Argentina).
"Fui (con el submarino) a Puerto Rico, Brasil, Estados Unidos, Ushuaia (ciudad austral del país sudamericano)… por todos lados he ido con el San Juan, lo conocía todo", rememora.
"Siempre hemos tenido emergencias, nos ha entrado agua, se nos ha apagado la electricidad, pero siempre salíamos, porque teníamos un montón de recursos para salir", afirma.
Con el paso de los años, las autoridades de la fuerza naval reemplazaron a los marinos más veteranos por aquellos más jóvenes, de modo que Óscar fue retirado del buque.
Desconcierto y angustia
Todavía en ejercicio dentro de la fuerza naval, Óscar no olvida las miles de horas a bordo del submarino en el que se embarcaron sus 44 compañeros.
"Todos los que están ahí (en alusión a los tripulantes), desde el comandante al último, los conozco a todos", admite con un temblor de voz.
Con todos ellos, añade, tiene un trato especial, ya sean camareros, cocineros, e incluso con el comandante del submarino, el teniente de navío Pedro Martín Fernández, al que conoce desde que era pequeño.
"Tenía una nena chiquita, se había comprado una casa hace poco y la estaban reciclando", comenta hablando directamente en pasado.
Desconcertado por la explosión registrada hace ocho días que pudo afectar al submarino, según informó en horas de la mañana la fuerza naval, el militar no sabe decir qué tipo de imprevisto pudo tener el San Juan.
"No sabemos, hasta que no encuentren el submarino y digan qué pasó, no puedo decir si fue una explosión o una batería, aunque parece que una explosión, pero no se sabe por qué causa", reflexiona.
En todo caso, aclara el marino, "yo navegué toda mi vida en el San Juan, toda mi carrera".
"El submarinismo lo hice en el San Juan, nadie me puede decir nada, y si me dicen algo, ¿sabes por dónde me lo paso?", dice con ironía.
Años en el submarino
Tras más de veinte años en la fuerza, Luis menciona con especial cariño al comandante del buque, con el que estuvo "más de tres años navegando con él como cadete".
"Luego hice el cuarto año con él en la fragata (Libertad), y después seguimos juntos, porque somos muy amigos, y hasta mi señora (esposa) trabaja con él en la casa", resume.
También submarinista, Luis navegó en el submarino San Juan cuando era alumno, mientras al mismo tiempo Óscar se desempeñaba como camarero.
"Luego me mandaron de paso pero no alcancé a navegar, y ahí me desembarcaron", añade.
Su carrera posterior la realizó en la embarcación Santa Cruz, otro de los tres submarinos con los que cuenta la fuerza naval argentina.
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Los dos amigos han llegado a la Base Naval para acercarse hasta la denominada casa de oficiales, al fondo del comando, donde los periodistas no tienen acceso, y donde algunos familiares aguardan todavía noticias del submarino que transitaba las aguas del Atlántico Sur con destino a Mar del Plata.
Mientras tanto, los partes oficiales de la Armada en el comando naval de esta ciudad balnearia han sido cancelados.