"Ese acto terrorista dejó una huella terrible en quienes trabajábamos tranquilamente ese día y de pronto vimos tan de cerca la tragedia, es algo que nunca olvidas", afirmó la funcionaria del Copacabana desde su fundación, en la zona de la playa del oeste de La Habana.
Según Hautrive, "el muchacho italiano" estaba muy feliz despidiendo a una pareja de recién casados a quienes él había obsequiado la luna de miel en el hotel habanero.
Recuerda la testimoniante que partirían hacia el aeropuerto en unos 15 minutos, pero demoraron por una llamada telefónica que recibió Di Celmo, la cual en definitiva propició el desenlace fatal.
"No puedo olvidar la crueldad del individuo que colocó la bomba por órdenes de Posada Carriles, como después se supo, pues bajó de un auto en el Acuario Nacional de Cuba y vino caminando mientras revisaba los hoteles de la zona", evoca la trabajadora hotelera.
El terrorista contratado pidió una cerveza en el bar de lobby del Copacabana, bebió tranquilamente y luego fue al sanitario, fingiendo que sufría malestar. Después se marchó, y al poco rato se escucharon varias detonaciones en los hoteles de la zona.
"Como resultado de la bomba colocada en el Copacabana, murió el joven Fabio Di Celmo", evoca con pesar la testigo de la tragedia.
Explica la testimoniante que por ser un mes de baja turística, en el lobby del hotel solo se encontraban el finado Di Celmo, el matrimonio que se despedía, un camarero y el custodio de la puerta, por lo cual no fue mayor el número de víctimas.
"Nuestro hotel sufrió daños por más de 17 mil dólares y dejamos de obtener por servicios 3 000 dólares más, pero la mayor pérdida fue la vida de aquel joven italiano, cuya pérdida no puede ser compensada con nada", lamenta la entrevistada.
Hautrive expresó que al recordar estos hechos siente el deber de participar activamente en la jornada 'Tenemos Memoria. Solidaridad vs Bloqueo', iniciada este lunes y que se extenderá en Cuba, Estados Unidos y otros países hasta finales de octubre.
La testigo del crimen del hotel Copacabana considera que su denuncia contra Estados Unidos es su forma de hacer justicia contra el país que protege a Luis Posada Carriles, autor intelectual de la muerte de Di Celmo y de la destrucción de un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo con 73 personas a bordo, incluidos varios jóvenes esgrimistas que eran sus amigos.
