"La realidad paraguaya del mercado de trabajo está muy por debajo de la nueva realidad brasileña", dijo a esta agencia el director de investigación de la organización no gubernamental Investigación para el Desarrollo, José Carlos Rodríguez.
La nueva legislación laboral de Brasil prioriza en algunos casos los acuerdos a los que lleguen empresas y trabajadores respecto de lo que marca la ley y flexibiliza aspectos como el período en que se deben gozar las vacaciones, la jornada laboral, la participación en beneficios y resultados, el banco de horas extra y el descanso para el almuerzo.
Pero incluso estos cambios en Brasil están por encima de la realidad paraguaya, en la que "el salario promedio es menor que el salario mínimo legal" y el "trabajador no está inscripto en la seguridad social", dijo Rodríguez, psicólogo y sociólogo.
El sociólogo Roberto Villalba, que ha estudiado durante décadas el mercado laboral de Paraguay, aseguró que sus vecinos Argentina y Brasil "siempre tuvieron mejores condiciones".
Villalba explicó que la ley en su país contempla la mayoría de los derechos básicos, pero el problema está en la aplicación.
"Acá tenemos un código bastante bueno, no digamos que es el ideal, pero contiene la mayoría de los derechos de los trabajadores, las condiciones mínimas aceptables, el tema es la aplicación", comentó.
Diferencias con Brasil
Los expertos coincidieron en las diferencias de los tipos de empresas entre Paraguay y Brasil.
Mientras que el gigante sudamericano tiene grandes industrias con numerosas plantillas de operarios, la realidad del esquema industrial paraguayo es de pequeñas empresas, la mayoría de entre cinco y 10 empleados.
Esta situación hace que los contratos laborales se den entre vínculos directos de manera informal.
"Estas empresas generalmente son familiares: yo empleo a mi amigo, a mi vecino; las condiciones laborales se establecen de forma verbal; es una cuestión personal-familiar; no tenemos las grandes empresas como otros países", explicó Villalba.
Por esta razón, y otras de tinte político los sindicatos no tienen la misma fuerza ni la unidad que lograron en países como Brasil, Argentina y Uruguay.
Además, "no tenemos una cultura política unificadora, con ideales compartidos por los sindicalistas o los trabajadores", dijo Rodríguez que también acusó "un trabajo explícito de corrupción del movimiento obrero".
Villalba apuntó asimismo que "hay persecución sindical permanente y el principal trabajo de los sindicatos es tratar de mantener el empleo".
Rodríguez, por su parte, comentó que en algunas empresas todavía está vigente el sistema ilegal de hacer firmar al empleado un papel en blanco que puede ser utilizado para disfrazar un despido como renuncia.
"El famoso papel en blanco; vos entras a trabajar y te hacen firmar el famoso papel en blanco, no te dicen para qué es, entonces el día que te quieran despedir te ponen ahí "despido", "renuncia", lo que sea y ya está", sentenció.
Campesinos
En los últimos meses se hizo visible en Asunción una gran marcha campesina, en la que agricultores familiares reclamaban al Estado que condonara sus deudas.
Si bien el parlamento aprobó la ley que perdonaba esas deudas, el presidente Horacio Cartes vetó la iniciativa.
Además de los pequeños agricultores, el mundo laboral paraguayo contempla también a los asalariados rurales que trabajan en grandes fincas dedicadas a la plantación de soja o a la explotación ganadera.
Estas haciendas tienen dimensiones promedio de entre 10.000 y 30.000 hectáreas y una situación laboral en la que los trabajadores rurales viven casi como "en la época feudal", aseguró Villalba.
"Trabajan de sol a sol; el código laboral también los tiene en cuenta pero el cumplimiento es casi imposible", indicó.
El investigador insistió que en las haciendas, en las que también trabajan "indígenas", el control "es mínimo", los trabajadores "viven ahí, comen ahí y van una vez al mes a su casa".
Con todo, aunque la reforma brasileña no genere un efecto directo, perjudica los avances porque cuando los países vecinos mejoran las condiciones laborales se siente de manera positiva en Paraguay, coincidieron los expertos.
El Gobierno de Michel Temer considera esta reforma como uno de los pilares de su política económica y un aspecto clave para estimular la creación de empleo, mientras que la oposición critica que se haya procesado rápidamente y sin apenas diálogo con la sociedad civil.
