La oposición había presionado para aplazar la discusión del texto en esta comisión, el primer paso para que la reforma fuera llevada al plenario de la Cámara, donde tiene lugar la votación definitiva.
La iniciativa propuesta inicialmente por el Gobierno del presidente Michel Temer fue duramente criticada por la oposición y los movimientos sociales porque establece por primera vez una edad mínima para la jubilación, que sería de 65 años, tanto para hombres como para mujeres.
En el trámite de la reforma en la Cámara se están produciendo cambios: se aceptó que para las mujeres la edad mínima para jubilarse sea de 62 años y se rebajó el número de años de cotización en la seguridad social necesarios para recibir íntegra la pensión de jubilación, que bajó de 49 a 40 años.
También se redujo de 60 a 55 años la edad mínima de jubilación para policías federales, policías civiles y agentes penitenciarios, mientras que los agricultores y trabajadores rurales en general podrán jubilarse a los 60 años y no a los 65 como pretendía inicialmente el Gobierno.
Debido a estos cambios de última hora la reforma podría no generar un ahorro tan grande a las arcas públicas como pretendía el Gobierno, según aseguró en un comunicado el banco Itaú, uno de los más importantes de Brasil.
Según la entidad bancaria la actual versión de la reforma supondría un ahorro de 431.000 millones de reales (136.700 millones de dólares) hasta 2025, frente a los 755.000 millones de reales (239.500 millones de dólares) que iban a ahorrarse si hubiera prosperado el texto original del Gobierno.
La reforma del sistema de pensiones es una de las principales medidas económicas que promueve el Ejecutivo para controlar el gasto público, pero se ha encontrado con una fuerte oposición social, hasta el punto que el próximo 28 de abril hay convocada una huelga general que tiene como objetivo principal impedir su aprobación.
