El último carro alegórico de la escuela de samba Paraíso de Tuiuti perdió el control al entrar en la avenida de los desfiles y se precipitó contra una valla donde se encontraban espectadores y sobre todo periodistas y fotógrafos.
Al margen del accidente la primera velada de los desfiles de las escuelas del Grupo Especial —las seis restantes se presentan este lunes— estuvo marcado por los homenajes a la cultura indígena
La escuela que cerró los desfiles justo cuando salía el sol, Beija Flor, dejó el Sambódromo como firme candidata al título gracias al "enredo" (tema del desfile) dedicado a la leyenda de la india Iracema, basada en la novela homónima del escritor brasileño José de Alencar.
La escuela innovó al deshacer las tradicionales "alas" (grupos de los componentes del desfile), diseñando una especie de ejército de indígenas que se separaban a través de pequeñas piezas teatrales.
Antes que Beija Flor casualmente otra escuela también homenajeó a los habitantes nativos del país; Imperatriz Leopoldinense dedicó su desfile al pueblo Xingu del Amazonas ("El clamor que viene de la selva", se titulaba su desfile), con una canción demarcado carácter ecologista que habla de "la belleza que la codicia destruyó".
Con referencias directas a la polémica presa de Belo Monte —llamada "Belo Monstro"— y con disfraces que representaban desde motosierras a los productos químicos que envenenan la tierra y los manantiales, el desfile fue polémico ya antes de empezar.
Y es que la última carroza fue el remate final: diversos líderes indígenas, como el cacique Raoni, tuvieron un emplazamiento de honor y cosecharon fuertes aplausos, coronándose como los "ganadores morales" de esta primera noche de desfiles de las escuelas de samba del grupo especial.
Dividieron el entusiasmo del público con la gran estrella de la noche: la cantante Ivete Sangalo, una de las figuras más queridas de Brasil y la homenajeada por la escuela Grande Rio, la segunda de la noche.
La artista bahiana se puso a todo el público en el bolsillo dando un ejemplo de humildad, ya que arrancó el desfile como una más, bailando en la comisión de frente —el grupo de bailarines que da la bienvenida— sin ningún signo de ostentación.
Más adelante sí que subió a un lugar de honor: el particular "trío elétrico" que cerraba el desfile y desde donde saludó, acompañada de su familia, a los más de 70.000 asistentes del Sambódromo que la aplaudían entusiasmados.
Con sus colores rojo y blanco, la escuela ya avisaba en su canción de que iba a "teñir la avenida de rojo" y así lo hizo: con un desfile dedicado a la "Divina Comedia" de Dante se recreó en las fauces del infierno para resaltar su icónico color.
El purgatorio y el paraíso también tuvieron su papel, pero los demonios de Salgueiro se llevaron todas las miradas, igual que su reina de batería, Vivaine Araújo, caracterizada como una "medusa" con la cabeza repleta de serpientes.
La escuela de samba Vila Isabel, por su parte, desfiló homenajeando el "Sonido del color", en referencia a todos los géneros musicales producidos por los negros en el mundo; desde el jazz al reggae, sin dejar de lado la samba, como no podía ser de otra manera.