La calle Isla de Flores es el eje de los barrios Sur y Palermo, zonas vinculadas históricamente con la comunidad negra. En la época de la colonia, era allí donde se vendían los esclavos africanos. Hoy, más de dos siglos después, los tambores tradicionales siguen sonando, perpetuando un sonido ancestral que se integró como un fuerte elemento identitario de toda la sociedad uruguaya.
En esa calle, cada año se lleva a cabo el Desfile de Llamadas. Durante dos días de febrero, unas 40 'comparsas' de tambores, junto con bailarines y personajes típicos del carnaval con reminiscencias coloniales, compiten para la distinción al mejor conjunto.
Waldemar 'Cachila' Silva, director de la comparsa C1080, la ganadora del desfile de 2016, explicó al programa 'Zona Violeta' de Sputnik que "el candombe es pura y exclusivamente uruguayo", diferencia de otras manifestaciones culturales que son compartidas con otros países de la región. Sin embargo, la diáspora uruguaya ha llevado el ritmo más allá de fronteras.
El nombre, indicó 'Cachila' se debe a una práctica de heredada de las tribus africanas. Las tribus "se llamaban" por tambor y con este instrumento se comunicaban entre ellas. Este ritmo es tan particular que en 2009 fue reconocido por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
"Transmitido en el seno de las familias de ascendencia africana, el candombe no solo es la expresión de una resistencia, sino también una festividad musical uruguaya y una práctica social colectiva profundamente arraigada en la vida diaria de esos barrios. También es un símbolo y una manifestación de la memoria de la comunidad, que incita a los antiguos habitantes a retornar al núcleo histórico del candombe en determinados días festivos", indica la Unesco en su sitio web.
A partir de 1956, la ciudad de Montevideo hace un concurso oficial entre las comparsas. Cachila rememoró que en sus inicios era una decena de conjuntos los que participaban en un solo día. Con el tiempo, la afluencia fue aumentando y hoy en día son cerca de cuarenta cuerdas de tambores, con 150 integrantes cada una. La celebración debió ampliarse a dos días.
Además de los palcos instalados por la organización del espectáculo, los propietarios de casas sobre la calle Isla de Flores alquilan sus azoteas a precios elevados para quienes ver el espectáculo de lo alto. La popularidad del espectáculo trascendió a la comunidad afrouruguaya (un 8% de la población según el último censo) y hoy en día es un elemento común a la identidad de todos los habitantes del país.
Los barrios Sur y Palermo albergaban los 'conventillos', vecindades populares con varias viviendas, típicas del Montevideo del siglo XX y tradicionalmente vinculadas con la raza negra. Allí comenzaron a prosperar los conjuntos. Hoy en día, hay desfiles de llamadas en todo el territorio uruguayo.
La simbología está fuertemente vinculada al Montevideo colonial, aquel al que fueron llevados los esclavos por la fuerza. Por eso, los tres principales personajes de las comparsas se corresponden con oficios de aquella época. La 'mama vieja', una anciana ataviada generalmente con un vestido y con un abanico, es la imagen de una lavandera. Luego, 'Cachila' recordó al 'escobero', "un brujo que barre los males" y el 'gramillero' que "trataba de curar con yuyos las enfermedades".
Estas tres figuras encabezan a cada grupo, junto con quienes portan los estandartes y las banderas, además de estrellas, que representan trofeos tradicionales africanos. Luego, hay bailarinas y 'vedettes', que mueven sus cuerpos al son de la música de los tambores, cuya lonja se calienta previamente a la llama del fuego.
En el candombe, dijo 'Cachila' son tres los tambores clásicos: el piano, el chico y el repique. El primero, "es lo que en una orquesta sería una base". Después el chico es más alto en tonalidad, pero acompaña al piano. Por último, está el repique, "el tambor del cual sale la creatividad de quien lo está tocando". Este ingrediente en un ritmo como el candombe es muy importante.
"El candombe no tiene partituras porque el tambor se toca de alma. Cada cual puede interiorizarlo de una manera un día y de otra manera otro día. Es según el estado de ánimo que tenga el que está tocando. Mejor dicho, es un estado de ánimo el que lo lleva a uno a tocar el tambor", comentó el director de C1080.
