De acuerdo al relato de otro funcionario, las llamas se originaron en el segundo piso de un pabellón por causas que aún la policía investiga, provocando que algunos contratistas de las empresas Sauce y Salfa saltaran desde el techo de la construcción al vacío para no quemarse.
Allendes denunció a los medios de comunicación de la zona que "el equipo de rescate se demoró", debido a que "las medidas de seguridad que se nos están brindando (a causa de la huelga) no son las adecuadas".
El dirigente descartó una posible intención detrás del incendio.
Además, los manifestantes quieren impedir la extensión de la jornada laboral y que se rebajen los sueldos hasta en 200.000 pesos (unos 307 dólares) por persona, como pretendería la compañía de origen británico-australiano.
Por otra parte, rechazan una cláusula "discriminatoria" que persigue congelar los beneficios para los trabajadores nuevos y sólo mantenerlos para los antiguos contratados.
La empresa, que cuenta con accionistas como la estadounidense Rio Tinto y las japonesas Jeco Corporation y Jeco Dos, ofreció en una negociación colectiva un bono de 8 millones de pesos (12.000 dólares) y desestimó el incremento salarial para los colaboradores, lo que fue rechazado por los mineros.
En 2006, los trabajadores de Escondida protagonizaron una huelga que detuvo el 60 por ciento de la producción por 25 días, lo que produjo un fuerte incremento en el precio del cobre, molibdeno y níquel, asociados a la explotación.
Escondida, que concentra un 18 por ciento de la operación del metal rojo a nivel local, registró al tercer trimestre de 2016 una producción del metal de 762.384 toneladas métricas, mientras mantiene un promedio anual superior al millón de toneladas de extracción.