Enrique González, referente de la organización uruguaya Vida Silvestre, que integra la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aseguró en diálogo con Sputnik que clausurar los zoológicos no es necesariamente una buena idea.
"Hay dos tipos de zoológicos: los buenos y los malos. En muchos sitios de Latinoamérica los zoológicos son lugares de confinamiento y los animales se encuentran en malas condiciones", explicó González.
Para el especialista "es comprensible el enojo o rechazo de los ciudadanos" cuando los animales no se encuentran en condiciones dignas, como por ejemplo en jaulas o en espacios con piso de cemento, una concepción "anticuada" de zoológicos.
En su lugar, la capital argentina contará con un "ecoparque" en el que los animales no vivan permanentemente y que busca transmitir a los niños valores como "el cariño y el cuidado" del medioambiente y los animales
Pocas semanas después siguió Montevideo, que decidió clausurar uno de sus zoológicos para dar lugar a un parque de conservación de especies autóctonas y regionales hacia 2017.
Tres años antes, Costa Rica estableció el cierre de sus zoológicos a escala nacional.
Pero los especialistas advierten de la importancia que puede tener un zoológico en la conservación —una de sus funciones principales- sin perder de vista la calidad de vida de los animales.
Aquellos establecimientos donde los animales poseen "un alto grado de bienestar" tienen "una importancia muy grande" para educar a la población y proteger a las especies en peligro de extinción, aseguró González.
Según el especialista, "a nivel nacional es positivo que haya un zoológico en cada país" en el que exista personal capacitado para proteger a las especies que lo habiten y que se respeten las condiciones de vida de los animales.
Es que los zoológicos establecen "redes" para asegurar la reproducción de ejemplares en peligro de extinción, así se puede evitar su desaparición a través de la cría en cautiverio.
González citó además el ejemplo del "ciervo del Padre David", un animal que se daba por extinto en su hábitat original en China y que sobrevivía en algunos zoológicos.
Sin embargo, ese ciervo fue introducido en algunos establecimientos de la Patagonia argentina en la década de 1970, donde prosperó una pequeña población que aún hoy pervive gracias a esa suerte de "Arca de Noé" que lo llevó al sur del continente.