"No hubo masacre, hubo legítima defensa", considera en la sentencia final el relator del proceso, Ivan Sartori, uno de los tres magistrados que votó a favor de la anulación frente a los dos que no presentaron su voto.
Los 74 policías involucrados fueron juzgados por cinco tribunales, entre los años 2001 y 2014 y recibieron condenas de entre 48 y 624 años de cárcel, pero la defensa recurrió y nunca llegaron a ser condenados.
La masacre de Carandiru, muy presente en el imaginario colectivo de los brasileños, empezó a raíz de una pelea entre dos presos que jugaban a fútbol en el pabellón nueve del presidio y pronto se contagió por el resto de los presos hasta formar un motín incontrolable.
Grupos de derechos humanos criticaron en su momento que los policías entraron a matar cuando la mayoría de los presos ya se había rendido; ningún policía murió en la acción.