La idea parte del chef italiano Massimo Bottura, considerado este año el mejor del mundo por su trabajo en el restaurante Osteria Francescana, que convenció a otros grandes restauradores para que aportaran su granito de arena.
"No es caridad. Se trata de enseñarle a todo el mundo la cantidad de comida que se tira cada día, y de incluir en la sociedad a los que han perdido la esperanza", aseguraba el chef el día de la inauguración del local, situado en el barrio de Lapa, en el corazón histórico de Río.
El objetivo no es solo dar de comer a la gente más necesitada, sino hacerlo de una forma digna, proporcionando un entorno agradable y todo el ritual que supone sentarse a comer.
Por eso, a pesar de que se trata de un comedor social el Reffettorio Gastromotiva cuida al detalle la presentación de los platos, el mobiliario o la decoración de este antiguo almacén, ahora presidido por un enorme mural que representa "La Última Cena" de Leonardo Da Vinci.
Cuando terminen los Juegos el comedor también abrirá al mediodía como si fuera un restaurante convencional para el público general, que tendrá que pagar para comer.
Con el dinero recaudado se financiarán las cenas de la noche, que solo podrán disfrutar personas sin techo previamente registradas en ONGs, iglesias y otras asociaciones que ya trabajan en el centro de Río.
La idea de aprovechar la comida que se desperdicia en los grandes eventos partió del propio Bottura durante la Expo de Milán de 2015, dedicada precisamente a la alimentación.