"No, no, no, ni organicé ni secuestré ni maté al señor (Enrique) Camarena", dijo el prófugo de 63 años que en los 80 fue conocido como "El Príncipe" o "El Narco de Narcos", en una entrevista ofrecida a la revista semanal Proceso, con la condición de no revelar el lugar, en la cual aceptó haberse reunido con los jefes del Cartel de Sinaloa.
No obstante que afirma "haber estado en el lugar equivocado", Caro Quintero ha pedido "perdón a la sociedad mexicana, a la DEA (agencia antidrogas de EEUU) y a Washington (…), no fue mi intención hacerles daño, las cosas no estaban en mis manos; si algo hice mal, ya lo pagué, pero todos merecemos una segunda oportunidad".
"Quiero vivir en paz, yo ya pagué", enfatiza en la entrevista buscada por él mismo, para desmentir que hubiese participado junto con el cartel de los hermanos Beltrán Leyva a finales de junio de este año en un ataque a la madre del principal capo mexicano, Joaquín Guzmán alias El Chapo.
"No conozco a la familia Beltrán Leyva y no tengo ningún problema con ellos, y con la familia Guzmán tampoco", dijo.
Además, relató un encuentro secreto con El Chapo, cuando estuvo prófugo tras una fuga en el verano pasado.
"Sí, es cierto, él (El Chapo) vino a saludarme, me dio gusto, le dije que yo no quería saber nada de cuestiones ilícitas, (fue) amigable, nos conocemos desde chicos, desayunamos juntos y el señor se fue", rememoró.
El Chapo, originario del mismo pueblo serrano de Sinaloa de Quintero, le dijo "que estaba bien, que había sido muy caro lo que había pasado en la cárcel, mucho tiempo, y terminó la plática (…), le dije adiós, y adiós: no nos volvimos a ver".
"Ya no soy narco, quiero vivir en paz (…) no estoy en guerra con nadie; El Chapo y El Mayo son mis amigos", enfatiza.
Las autoridades mexicanas y la DEA, que ofrece 5 millones de dólares de recompensa por su captura, lo buscan con la versión de que ha reorganizado un cartel tras la caída de El Chapo en la tierra natal de ambos, el Triángulo Dorado, formado en los límites montañosos de Sinaloa, Chihuahua y Durango.
"No quiero saber nada de cuestiones ilícitas; ¿usted cree que yo tengo ganas de regresar a la cárcel después de estar 29 años preso?", enfatiza en la entrevista en "un cuarto de cuatro paredes encaladas construido en medio de la nada".
Dice que anticipó el desenlace violento de la guerra de las drogas: "yo vi venir diez años antes esto".
Admite que "hacía unas siembritas de marihuana, porque "de alguna manera había que sobrevivir".
La condena inicia de 40 años se redujo en 2013, cuando aún le faltaban 12 años por cumplir.