“Las alertas tempranas fueron muy eficaces para salvar vidas”, sostuvo la jefa de la Oficina, Margareta Wahlström, en el comunicado.
“El mecanismo del país para cerciorarse del cumplimiento de los códigos de construcción generó dividendos” mientras “con la evacuación de un millón de personas se veló por que no se perdieran tantas vidas, tal como ocurrió hace cinco años cuando, fallecieron 523 personas”, aseveró Wahlström.
Chile, un país muy propenso a los desastres naturales, colaboró con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, alcanzado en marzo de este año en esa ciudad de Japón y que pone el acento en los sistemas de alerta temprana.
Ese Marco está destinado a abatir el riesgo de los desastres y las pérdidas que estos ocasionan en todos los terrenos, desde las vidas humanas y la subsistencia hasta los bienes culturales y ambientales, señala la UNISDR.
Cultura preventiva
Chile sufrió en febrero de 2010 un severo sismo de magnitud 8,8, que dejó 525 muertos, la mayoría por un tsunami que no fue debidamente alertado.
Desde entonces se observa una mayor “cultura preventiva”, pues “la población está más preparada; sabe que existen zonas de evacuación, sabe dónde tiene que ir y que debe esperar instrucciones de las autoridades”, dijo a Sputnik Nóvosti el presidente de la Cruz Roja de Chile, Patricio Acosta.
La calidad de las construcciones ha mejorado asimismo en los últimos años, observó Acosta.
Según Acosta, “en países centroamericanos, un terremoto de esta magnitud habría provocado muchos más daños o, como hemos visto recientemente, en el sismo producido en Nepal” en abril de este año, que dejó más de 8.000 muertos.
La Cruz Roja está repartiendo agua y artículos de aseo (toallas y pañales) en Tongoy, incluido en la recorrida que la presidenta Michelle Bachelet está realizando por todas las regiones afectadas por el sismo.