"Hacer las cosas dentro del cronograma no es algo muy latinoamericano (…) Lo que estamos haciendo aquí es un milagro. Literalmente", ha proclamado eufórico el alcalde desde el estadio Arena Carioca 3, en el parque olímpico, que ya está prácticamente terminado, con las sillas de colores recién colocadas en las gradas.
El alcalde incluso ha alardeado dando unos pases en el estadio de balonmano, que ya luce con porterías, y cuyos trabajos están tan avanzados que se frenará el ritmo para que luego no haya que cargar con demasiados costes de mantenimiento, ha dicho Paes.
La obra más atrasada es la del velódromo, que ni siquiera ha sido cubierto todavía, pero Paes ha asegurado que no es "ningún drama" porque es el estadio con menor capacidad; mientras que el parque olímpico de Deodoro, que hace un año ni siquiera se había empezado a construir, ahora ya está encarrilado y sus instalaciones terminadas en un 70% aproximadamente.
Con las obras de las instalaciones olímpicas bajo control las preocupaciones se centran en la bahía de Guanabara, escenario de las pruebas de vela y con un problema endémico de contaminación que preocupa a diversas federaciones internacionales porque podría poner en riesgo la salud de los atletas.
Paes, por su parte, ha reconocido que se han incumplido objetivos de limpieza, pero confía en que se llegue al 60% de descontaminación el año que viene; en cualquier caso ha recordado que la bahía ya ha acogido numerosas pruebas de vela de todo tipo y siempre han sido un éxito.
El alcalde ha asegurado una vez más que su modelo son las Olimpiadas de Barcelona ´92 por la transformación que supusieron para la ciudad, pero está convencido de que Río superará el listón, porque partía de una realidad mucho peor y porque además de las obras que se prometieron en el dossier de la candidatura se están haciendo otras que no estaban programadas, como la extensión del metro.
"Estoy haciendo lo que un montón de alcaldes que me precedieron prometieron y nunca cumplieron", ha dicho Paes, tras desgranar una batería de obras de "legado" que quedarán para los cariocas; 16 kilómetros más de metro, 42 kilómetros de tranvía en el centro, cientos de kilómetros de carriles de uso exclusivo para autobuses (BRT), ampliación de carreteras o la renovación total de la región portuaria con el proyecto del Porto Maravilha, entre otros.
Otra de las obsesiones de los responsables de la ciudad es convencer a la opinión pública de que no habrá "elefantes blancos", por lo que cada instalación deportiva ya tiene definido su futuro después de los Juegos: el estadio de balonmano se desmontará y se transformará en cuatro escuelas, otro de los pabellones se convertirá en un Gimnasio Experimental Olímpico (GEO) municipal para un millar de alumnos y todo el parque olímpico será transformado en una gran área ajardinada de acceso público.
Aunque no ha querido entrar en detalles, Paes ha dejado entrever que la familia olímpica tiene más interés por la transformación que está viviendo la ciudad, ya que los miembros de la FIFA solo se preocupaban por los estadios "y por los hoteles en los que iban a dormir". En cambio, el COI manda cada tres meses a un responsable que comprueba cómo avanzan las obras de movilidad, ha dicho Paes.