En su papel de principal mediador en el fin del embargo en Cuba y de apaciguador entre los gobiernos de Barack Obama y Nicolás Maduro, Brasil no puede permitirse un paso en falso durante una de las cumbres más importantes hasta la fecha en Latinoamérica.
"No se espera que Brasil sea un líder en esta cumbre o que mantenga posiciones fuertes a favor de países como Venezuela. Rousseff intentará reforzar su relación con los EE.UU y quizás lograr que Obama sea más flexible hacia el gobierno venezolano", explicó a Sputnik Nóvosti el doctor en Sociología y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de Río de Janeiro(UERJ), Williams Gonçalves.
Para él, esta presencia más discreta "no se debe a que Brasil pierda el liderazgo en las relaciones internacionales en Sudamérica ya que no existe un sustituto para esa función", sino que en el gobierno de Dilma Rousseff "ese liderazgo está siendo ejercido exclusivamente por la vía de la mediación".
Sin embargo, el experto reconoce que en los últimos años "existe una clara desaceleración de la diplomacia brasileña que coincide con el mandato Rousseff", debido a que "Lula da Silva aportó un carácter mucho más enérgico a la intermediación entre países" y a la propia situación de debilidad interna que atraviesa el país.
Como ejemplo, Gonçalves destacó que "pese al fuerte apoyo de Lula al gobierno bolivariano de Hugo Chaves, consiguió que Barack Obama se refiriese a él como "O Cara"(el Jefe, en jerga brasileña)", en referencia a que, según el experto, "sabía que Lula era la persona con la que tenía que hablar para gestionar sus relaciones en Latinoamérica".
Por último, el profesor recordó que, a pesar del desentendido con el gobierno de los Estados Unidos a raíz de la crisis del espionaje en 2013, Brasil siempre se mantuvo en un tono amistoso con los norteamericanos y que tradicionalmente han sido "vecinos como Venezuela, Bolivia o Ecuador los que han mantenido una posición antiamericana mucho más fuerte".