Al parecer, esta misma semana los diplomáticos de las embajadas de Japón, Portugal, Guinea, Estados Unidos y Canadá enviaron respectivos telegramas al Ministerio de Relaciones Exteriores alertando de posibles cortes de luz debido a la imposibilidad de pagar los recibos con un presupuesto tan exiguo, además de las cuentas de calefacción, internet e incluso material de oficina básico.
La situación llegaría al extremo desde la aprobación el pasado 7 de enero del decreto nº 8.389 por la presidenta Dilma Rousseff y recogida en la circular a las embajadas, en el que se establece que hasta la aprobación de los Presupuestos Generales de 2015 por el Congreso de Brasil, todos los órganos de la administración federal deberán usar 5% del presupuesto anual por mes (cuando lo habitual sería el 8,3%).
El recorte cercano al 50% se suma a la circunstancia de que desde 2002 a 2014, el Ministerio de Relaciones Exteriores perdió del 0,5% al 0,27% del presupuesto total del Gobierno de Brasil.
Los recortes en el Gobierno de Brasil son producto del ambicioso plan del nuevo ministro de Hacienda, Joaquim Levy, para acabar con el déficit primario de 2014 y conseguir acabar 2015 con un superávit primario del 1,2% del PIB.
Desde la llegada de Dilma Rousseff al poder en 2011, el presupuesto del Ministerio de Relaciones Exteriores apenas aumentó un 3,7% para volver a caer nuevamente en 2014, mientras que el gobierno de Lula da Silva impulsó el ministerio con un aumento del 14% de la inversión, consiguiendo consolidar una política exterior que situó a Brasil como país clave en las relaciones de América Latina.
