La ceremonia de posesión se realizó mediante un ritual indígena sobre las ruinas de la ciudad de Tiahuanaco, a 70 kms de La Paz, y cuyo origen anterior a la cultura Inca es un misterio que los indígenas del país continúan adorando como un lugar sagrado.
Correspondiendo con su visita al gesto que el pasado 1 de enero Evo Morales realizó al acudir a la toma de posesión de Rousseff en Brasília, la presidenta intenta a la vez reactivar las relaciones entre ambos países, excelentes durante el mandato de Lula da Silva. En concreto, el Ejecutivo de Rousseff tensó en 2012 las relaciones con Bolivia al conceder asilo político al senador boliviano de la oposición Roger Pinto Molina, una medida que no sentó nada bien a Morales.
Sin embargo, el Gobierno de Bolivia no permitió al senador abandonar el país por lo que Pinto permaneció durante 15 meses recluido en la Embajada de Brasil en La Paz hasta que huyó junto al diplomático Eduardo Saboya en agosto de 2013.
Otro motivo de discordia entre ambos países es la pretensión de Brasil de construir una carretera de 2.700 kilómetros que conecte el puerto estratégico de Santos, en el litoral de Sao Paulo, con el Océano Pacífico, atravesando Bolivia hasta llegar a Chile, un asunto del agrado de Morales pero que encontró un fuerte rechazo entre los bolivianos ya que atravesará zonas de importante valor medioambiental.
La estrategia de Brasil de ser el país que sirva de intermediario entre Latinoamérica y los países del bloque BRICS y Estados Unidos continua de esta manera como una de las prioridades en el segundo mandato de Dilma Rousseff.
