El decreto comenzará a ser aplicado a partir del jueves y con ello el Gobierno de la presidenta, Dilma Rousseff, espera recaudar 7.380 millones de reales (unos 2.834 millones de dólares) a la vez que conseguirá frenar la oleada de consumismo de los últimos años que ha elevado el nivel de inflación por encima de la meta del 6,5%.
La medida forma parte del "plan de ajustes" del nuevo ministro de Hacienda y Economía, Joaquim Levy, y se solapa con la medida a principios de semana de aumentar los tributos sobre el combustible y los productos importados, lo que además deberá aportar al Estado otros 20.600 millones de reales (7.912 millones de dólares).
Evidentemente, el peso de la subida del combustible y del crédito recaerá directamente sobre los bolsillos de la emergente clase media del país, una situación que el neoliberal Levy calificó esta semana como "el menor sacrificio posible".
"Las medidas tienen por objetivo aumentar la confianza en la economía y la disposición de los inversores y empresarios a realizar emprendimientos", recalcó esta semana Joaquim Levy ante la prensa brasileña.
Con un déficit primario en 2014 en torno a los 25.490 millones de reales (9.790 millones de dólares), el precio del dólar por las nueves y una inflación del 6,54% en diciembre de 2014, el nuevo equipo económico de la presidenta Rousseff intenta ajustar las cuentas de Brasil por la vía rápida para intentar reactivar el crecimiento en 2015 que las previsiones del FMI situaron en un mediocre 0,3% esta semana.
