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El arte del combate en curiosos posters de la Segunda Guerra Mundial

© Sputnik / Vladimir PesnyaBuque británico HMS Belfast durante un emotivo acto entre Rusia y el Reino Unido en conmemoración y recuerdo de la campaña del Ártico en la Segunda Guerra Mundial
Buque británico HMS Belfast durante un emotivo acto entre Rusia y el Reino Unido en conmemoración y recuerdo de la campaña del Ártico en la Segunda Guerra Mundial - Sputnik Mundo
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Las mujeres y los niños también jugaron su papel durante la Segunda Guerra Mundial. Desde las ciudades, infinidad de afiches alentaban a las familias a cultivar sus propios alimentos, remendar su ropa y permitir que los niños reciclaran metales y cartones para el frente de batalla.

La Segunda Guerra Mundial no solo se libró en los frentes de batallas. En las ciudades, los gobiernos debían apelar a ingeniosas estrategias para concientizar a la población para utilizar los recursos de forma más eficiente mientras toda la producción de los países aliados se concentraba en armamento para combatir al nazismo.

Los escenarios de la Segunda Guerra Mundial y sus protagonistas, en color - Sputnik Mundo
Los escenarios de la Segunda Guerra Mundial y sus protagonistas, en color
A mediados del siglo XX, la forma más efectiva de llegar a las familias —encabezadas por las mujeres tras la partida de los hombres hacia la guerra— era a través de afiches que, en su mayoría, apelaban a la sensibilidad para que cada familia hiciera su aporte a la causa contra la Alemania Nazi.

Una colección de afiches recogida por el Museo Imperial de la Guerra, ubicado en Londres, es un buen ejemplo de los sacrificios que las personas debían realizar y que involucraban a su comida y su ropa y que incluso alentaba a los niños a colaborar de diferentes formas en la guerra.

¿Qué debían hacer las familias durante la guerra?

La necesidad de alimentar a las tropas aliadas en el continente europeo requería recortar las provisiones de las familias en territorio británico. Cuando el Gobierno británico dispuso el racionamiento de alimentos en 1940, se alentó a los hogares a plantar sus propias verduras y a no cocinar más alimentos de los que fueran a consumir, de forma de evitar el desperdicio de comida.

"Un plato limpio significa una conciencia limpia", decía un afiche hecho por el ilustrador James Fitton que invitaba, precisamente, a moderar el tamaño de cada comida. "No tomes más de lo que puedes comer", sintetizaba un texto debajo de la imagen de un plato sin ningún resto de comida.

Otro afiche invitaba a las familias a "planificar y cultivar para el invierno". La imagen de una familia reunida planificando sus cultivos preparaba el final feliz representado en una segunda ilustración en que la misma familia disfrutaba los alimentados cosechados. "Cultivos planificados para la riqueza del jardín aseguran la salud de la familia en invierno", era el eslogan.

Quizás los dos afiches anteriores se sintetizan en otro afiche del diseñador británico Abram Games, en el que los frutos de la tierra se combinan con la mesa servida. "Cultiva tu propia comida. Abastece a tu propia cocina", plantea el afiche, una frase que complementa con un categórico "toda porción disponible de tierra debe ser cultivada".

​La ropa también debía ser aprovechada al máximo, en tiempos en que la industria textil estaba plenamente dedicada a realizar uniformes o directamente armas para la guerra. Por eso, se invitaba a las mujeres a "revisar su guardarropa" y, en lugar de desechar prendas viejas, remendarlas y reutilizarlas. Un póster de Donia Nachsen era elocuente en este sentido.

​Algunos afiches sorprenden por lo explícitos. Uno creado en 1939 por el Ministerio de Salud incluía una figura espectral con los rasgos de Adolf Hitler solicitando a una madre "traer de vuelta" a sus hijos. "No lo hagas, madre. Deja a los niños donde están", agregaba el afiche. El extraño mensaje refería a la necesidad de que los niños se mantuvieran seguros fuera de Londres tras el primer bombardeo en 1939 y no regresaran, tal como había comenzado a suceder.

En relación a los bombardeos, un afiche más simple y diseñado por Tom Purvis simplemente pedía a los ciudadanos que, durante un ataque aéreo, abran las puertas de sus casas y den refugio a las personas en la calle.

Los niños también tenían su lugar en la guerra. Un afiche anunciaba que "chicos y chicas pueden tener su lugar en las maniobras de salvataje" y ganar una condecoración que aparecía dibujada. Para obtenerla, los niños debían esforzarse en el reciclado de metal, papel, cartón y trapos que luego podían ser reutilizados por los soldados.

​Los afiches constituían una parte fundamental de la comunicación visual de la época, que complementaba a otras crecientes formas de registro de la Segunda Guerra Mundial como la fotografía o el cine.

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