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Humor, creatividad y sencillez. Tres ingredientes, que sustentados en el rigor del análisis de destacados expertos internacionales, son la clave para acercarte al complejo mundo de la economía y las finanzas. Javier Benítez presenta el programa. 15 minutos, todos los jueves.

Una Europa tóxica se envenena con el gas de EEUU: ¿dependencia letal?

Una Europa tóxica se envenena con el gas de EEUU: ¿dependencia letal?
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El presidente de EEUU, Joe Biden, ordenó una pausa temporal en la aprobación de nuevos proyectos de gas natural licuado (GNL), congelando efectivamente la expansión de la infraestructura de exportación del país, algo que se interpreta como un guiño al electorado ecologista. Lo que a su vez, es todo un caramelo envenenado para la Unión Europea.

El gas tóxico de Europa

Contexto: elecciones presidenciales de noviembre en EEUU a la vista. Y es que, si bien los grupos ecologistas estadounidenses han alabado la decisión de su presidente, las autoridades europeas están cada vez más consternadas e inquietas por las restricciones de la oferta y los aumentos de precios.
Hay que recordar que el bloque comunitario puso casi todas sus fichas al gas natural licuado (GNL) estadounidense en 2022, tras rechazar la energía rusa barata de la que se había beneficiado durante años y que había redundado en el éxito de sus economías, con especial acento en la alemana. Así las cosas, el viejo continente se gastó miles de millones de euros en infraestructura de GNL y firmó decenas de nuevos contratos.
A la luz de la actualidad gasística que se dicta desde el 1600 de la avenida Pennsylvania de Washington DC, esas decisiones de Bruselas están ahora, más que nunca, puestas en tela de juicio: ¿Cambió Europa su dependencia de Rusia, por una dependencia miope de EEUU?
El director del Centro de Investigaciones en Política y Economía (CIEPE), Walter Formento, advierte que la UE "ha pasado de tener como proveedor a Rusia —a través de gasoductos—, a depender de EEUU, del área norte controlada por la OTAN y Chevron, del GNL que es más caro". "Pero además, [se trata de un tipo de gas que] luego de ser comprimido, debe ser transportado a estaciones de regasificación en Europa. Por lo tanto, [Bruselas] cambió un gas barato, confiable, directo, europeo —porque Rusia es Europa—, a un gas norteamericano que es mucho más caro y que tiene otras condiciones en términos de comportamiento”, explica.
"Por lo tanto, los actores de la UE, especialmente [la presidenta de la Comisión Europea, Ursula] von der Leyen, están en una encrucijada", sentencia Formento.
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