'Hormigón Armado': un periódico para defender a los chicos lustrabotas de La Paz

En 2005 salió a las calles una publicación social y cultural que recoge los sentimientos y expectativas de decenas de niños y adolescentes que trabajan en las calles de la capital boliviana. A partir de su éxito, 'Hormigón Armado' permitió generar varias iniciativas a favor de los chicos, que a menudo no tienen hogar.

Quien llega por primera vez a la ciudad de La Paz encuentra una presencia insoslayable en las calles del centro: los niños lustrabotas. Con sus cabezas cubiertas por pasamontañas negros, con cajitas de madera gastada donde guardan sus elementos de trabajo, preguntan: "¿Se lo lustro?" a cada persona que se cruzan, por más que usen zapatillas.

Juan Pablo Villalobos es director de Hormigón Armado, que desde 2005 apoya y acompaña para que los chicos lustracalzados puedan hacer valer sus derechos. Contó a Sputnik que este periódico es "sobre todo una plataforma para visibilizar a niños y adolescentes lustracalzados, que viven y trabajan en la calle, vendiendo dulces, lustrando parabrisas y calzados, denunciando la discriminación de la que son víctimas".

Explicó que los lustracalzados en Bolivia son discriminados "porque se ha considerado que su rubro está en una casta inferior. Esta es una de las varias razones por las que los chicos han optado por cubrir su identidad".

¿Por qué tapan sus rostros? "Porque, además de lustrar, muchos están estudiando en el colegio o en la universidad, o haciendo otras cosas. No quieren que amigos o familiares los identifiquen. Eso es, en sí, una situación de discriminación", advirtió Villalobos.

Para enfrentar esta mirada estigmatizante que pesaba sobre los niños y adolescentes, comenzaron con la publicación del periódico Hormigón Armado, que se sigue editando. Lo venden los mismos chicos en las calles, con sus caras ocultas.

Hormigón Armado dispone de un plantel de 30 vendedores, "a veces más, a veces menos. En los 17 años que los venden, los recursos quedan íntegramente para ellos", dijo el director. Tiene un costo de 3,50 pesos bolivianos, unos 50 centavos de dólar.

Villalobos comentó que, al principio, se reunían los sábados en un espacio de la Fundación Arte y Culturas Bolivianas, de la cual depende este proyecto. Las y los chicos se servían un desayuno y participaban de talleres de todo tipo.

Hacia 2010, el periódico de los lustrabotas ya estaba posicionado en el mercado paceño. Esto provocó "un cambio en la actitud de la gente hacia los lustracalzados, los que vendían el periódico". El objetivo comenzó a lograrse.

En torno al periódico Hormigón Armado se generaron decenas de proyectos sociales y productivos. Uno de los primeros fue el Hormigón Tours, en el cual uno de los lustras guiaba a un grupo de turistas por las calles de La Paz, previa capacitación en una empresa de turismo.

"A raíz de estos tours, llegaron turistas que conocieron el proyecto, volvieron a sus países, hablaron del Hormigón Armado. Ahí tuvimos un primer contacto con financiadores de Europa", describió el director del proyecto.

A partir de ese momento, Hormigón Armado comenzó a crecer notablemente. Agregaron más actividades, como apoyo a la escolaridad, dando bonos de pasaje y desayunos. Tiempo después inauguraron en su sede, en el barrio paceño de Irpavi, una unidad productora de galletitas, que da trabajo a 12 personas, la mayoría mujeres jóvenes, quienes eran lustracalzados o vendían dulces en las calles.

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© Sputnik / Sebastián Ochoa

El proyecto 'Hormigón Armado' tiene una unidad productora de galletitas que emplea a 12 personas

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© Sputnik / Sebastián Ochoa

'Hormigón Armado' vende sus galletitas al Gobierno nacional, que las distribuye en el desayuno escolar y en el subsidio alimentario de las mujeres que fueron mamás recientemente

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El proyecto 'Hormigón Armado' tiene una unidad productora de galletitas que emplea a 12 personas

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© Sputnik / Sebastián Ochoa

'Hormigón Armado' vende sus galletitas al Gobierno nacional, que las distribuye en el desayuno escolar y en el subsidio alimentario de las mujeres que fueron mamás recientemente

Actualmente, Hormigón Armado vende sus galletitas al Gobierno nacional, que las distribuye en el desayuno escolar y en el subsidio alimentario de las mujeres que fueron mamás recientemente.

Evitar que los chicos abandonen las escuelas es uno de los objetivos principales de Hormigón Armado. "El abandono escolar es una situación que empuja a los chicos a la calle.

Las jóvenes empleadas en la fábrica de galletitas que tienen bebés, pueden dejarlos en una sala de estimulación temprana en la sede del proyecto. Un problema que detecta Villalobos es que faltan manos para colaborar con las diversas tareas que cada día surgen en la organización.

Hasta el inicio de la pandemia de COVID-19, en marzo de 2020, venían a Hormigón Armado jóvenes voluntarios de varios países de Europa. Pero en los últimos años dejaron de llegar, debido a las diversas restricciones sanitarias.

El vendedor

Carlos vociferaba el nombre de la revista en la avenida 6 de Agosto, del barrio paceño de Sopocachi. A quienes pasaban a su lado les ofrecía con un tono más íntimo: "Hormigón, Hormigón: cómpreme amigo".

Contó a Sputnik que tiene 23 años y que está por recibirse de bachiller en una escuela nocturna de la ciudad de El Alto, donde vive. Y el año que viene, si todo sale bien, se meterá a estudiar Derecho: "Quienes manejan la ley manejan todo", opinó desde su experiencia.

El proyecto Hormigón Armado dispone también de un programa de becas, cuyos fondos se obtienen a partir de donaciones de empresas y personas nacionales y extranjeras. "Generalmente por año son 10 lustracalzados becados en estudios superiores", indicó Villalobos.

El periódico

Juan Pablo Villalobos, director de 'Hormigón Armado'

© Sputnik / Sebastián Ochoa

Villalobos comentó que la línea editorial del periódico es social y cultural, "también es una plataforma para que los lustracalzados comiencen a visibilizarse en la sociedad, contra la discriminación, por la dignificación del trabajo".

Quienes comenzaron esta iniciativa 17 años atrás, hoy tienen más de 40 años. Muchos adolescentes lustrabotas con los cuales iniciaron el trabajo en ese momento hoy siguen participando de la organización, aportando ideas y apoyando a las nuevas generaciones.

"Es una conciencia social que te motiva. Hay personas que llevan esa conciencia social a la acción. Creo que todos tenemos conciencia social. Una vez que la llevas a la acción, te das cuenta de que no es algo para un rato, sino que debe mantenerse con un compromiso a largo plazo", expresó Villalobos.

Y agregó: "Debe ser algo con futuro, no pasajero. A partir de ahí creo que son las cosas".