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Manipulación emocional y campañas de presión: así convencen a las mujeres seguir con el embarazo

© Foto : Pixabay/JuliaFiedlerPrueba de embarazo
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Durante más de una década, una organización civil católica se ha dedicado a convencer mujeres para que no aborten. Aunque difunden información falsa que atenta contra una política de salud pública, no han sufrido consecuencias por esta labor.
La experiencia que vivió Ximena Juárez en el año 2008 permite apreciar el crecimiento que el Centro de Atención a la Mujer (CAM) ha tenido. Su presencia se reporta en una buena parte de los países de América Latina, desde Uruguay, pasando por Bolivia y por supuesto, México, dónde su presencia es evidente en distintos lugares de la República.
También han crecido en la capital mexicana: de la instalación de una pequeña mesita con un folleto que tenían en 2008, avanzaron a tener una ambulancia completamente pintada de rosa que día con día está estacionada afuera de algunas clínicas que practican abortos voluntarios, como la México-España, cerca del metro Tacuba, en la alcaldía Azcapotzalco. Además, tienen una sede ubicada en la calle Bahía de la Magdalena #161, colonia Anzures, de la capital mexicana donde ofrecen atención personalizada.
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El problema es que aunque públicamente se presentan como una fuente de información fidedigna sobre el procedimiento de interrupción voluntaria, cuando una mujer que vive un embarazo no deseado llega a ellos, desenvuelven un mecanismo de manipulación emocional, usando información falsa, que busca convencer a la mujer para que prosiga con la gestación.
Aunque su filiación católica es evidente, las instituciones vinculadas a la Arquidiócesis mexicana se mantienen a prudente distancia. Es, sin embargo, la evidencia de la pérdida de influencia de las posturas de los líderes respecto a un tema crucial para quienes fueron su público objetivo en las comunidades eclesiales de base: las mujeres.

Diez años

Con 24 años y una carrera universitaria terminada, Ximena tiene el perfil de las mujeres que han decidido interrumpir legalmente su embarazo durante más de una década en la capital mexicana, por medio de un procedimiento ambulatorio que se hace mediante la ingesta de un fármaco controlado.
Desde abril del año 2007 al 30 de setiembre de 2021, se han practicado casi 241,000 interrupciones legales del embarazo en 22 sedes distribuidas por toda la Ciudad de México. El 61% de esas mujeres tenían terminada la preparatoria o la Universidad, como Ximena.
Cuando ella se topó con el Centro de Ayuda para la Mujer (CAM) era apenas un pequeño stand con una mesita, unos folletos, un álbum y dos mujeres amables que ofrecían información sobre el aborto. Esto ocurrió apenas un año después de la legalización del procedimiento por primera vez en México, e incluso antes que la Comisión Federal para la protección de riesgos sanitarios (Cofepris) autorizara en 2011, la importación de la droga Mifepristona, que junto al Misoprostol se usan en el procedimiento cotidiano, que se practica en los servicios públicos de salud.
La falta de atención o regulación de su accionar les ha permitido crecer y afianzarse en México como una de sus principales sedes en el Continente americano, dónde buscan que mujeres que no quieren ser madres se convenzan de serlo.

Manipulación materna

Ximena vivía en Guanajuato cuando quedó embarazada. Habló con una de sus mejores amigas que vivía en el entonces Distrito Federal, quien averiguó dónde ir y la recibió en su casa para que se hospedara durante el procedimiento para interrumpir su gestación.
Llegaron cerca de las cuatro de la mañana a la clínica pública y esperaron hasta abrió y les entregaron una ficha: veinte mujeres por día acceden al procedimiento. "No me sentía tan joven, ya había acabado mi carrera y fue mi decisión no tener un hijo en ese momento. Sigo sin arrepentirme", dijo en entrevista con Sputnik.
Pero ese primer día, en el centro de atención le requirieron que se hiciera una serie de estudios (actualmente sólo se pide un análisis de laboratorio que demuestre el tipo de sangre) y salió junto al resto de las pacientes. De un lado, platicaba con una mujer con tres hijos intentaba evitar tener el cuarto y del otro, con una adolescente temerosa.
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"La chava mayor se fue a hacer los análisis y con la menor nos acercamos al stand que ofrecía información. Recuerdo la cara de terror absoluto que la chavita tenía y cómo al principio en súper buena onda, las mujeres que estaban en el stand nos ofrecieron para ver una carpeta", relató.
Ximena hojeó la carpeta y notó la manipulación: lo que primero aparecía como una información sobre un procedimiento de salud, derivaba en fotos trucadas sobre un aborto en el que se ve una pierna formada, cuando un feto de menos de 12 semanas no supera los cinco centímetros.
Luego había una serie de registros sobre casos malogrados de aborto, cuando las estadísticas públicas de la Ciudad de México revelan que casi el 80% de los casos ni siquiera requirió un procedimiento quirúrgico en la clínica (189,526 fueron con pastillas de un total de 240,916 en 14 años).

"Cuando me di cuenta que el objetivo no era dar información sobre el aborto, sino miedo, me empecé a encabronar. Les grité cómo podían hacer esto, si no reconocían la realidad de las personas. La chavita se me quedó viendo y le dije que era todo mentira, mientras las mujeres me insistían en que pensara en la adopción", recordó.

El intento de manipulación y la mentira evidente, pusieron a Ximena en un estado alterado. Su amiga la apartó del stand del CAM y ya no supo que ocurrió con la jovencita que presenció la escena y que también buscaba un aborto.
"Estaba todo muy bien armado porque primero te empezaban metiendo miedo de qué te podía pasar al abortar, luego quienes atendían te intentaban convencer de que lo mejor era darlo en adopción y al final, que el camino era Dios", recordó.

El camino al CAM

Si no llega a las mujeres interceptándolas en las puertas de las clínicas públicas dónde se practica la ILE en la CDMX, se llega al Centro de Ayuda para la Mujer Latinoamericana (CAM) fácilmente por internet. De hecho, es de las primeras respuestas que uno consigue al hacer una googleada básica del tema.
Es que la organización tiene en su égida a los dominios evidentes, ocultándose detrás de páginas como Interrumpir-embarazo.com, aborto-mexico.com o decide-ile.com.
Ninguna de estas páginas se vincula públicamente con la red latinoamericana que se presenta como "comprometida a defender la vida humana desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, de conformidad al Magisterio de la Iglesia Católica Apostólica y Romana".
Según el Fray Julián Cruzalta, teólogo mexicano y fundador de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, esto se debe a que incluso dentro de las mujeres católicas, la interrupción legal del embarazo tiene una aprobación creciente, en la que más de la mitad cree que ser madre es una decisión de la mujer.

"Como las opiniones de la Iglesia ya no logran convencer a su gente, apelan a cosas muy internas de las personas, desatan miedos y fantasmas, pero, sobre todo, son ahora los ´analistas católicos´ los que hablan públicamente", explicó la fuente.

Este mecanismo se vuelve efectivo en aquellas personas más vulnerables, con menor nivel económico, educativo o vínculos sociales.
"No sólo influye la edad, también la educación. Mis papás son de izquierda y la religión nunca entró en mi casa. Pero me acuerdo mucho de la cara de esa chava, y tenía un gesto de terror que decía: ¿qué me puede pasar? o ¿por qué tuve relaciones?, cuando el punto no es ese", reflexionó Ximena.
Consultada al respecto de qué fue lo que le causó más rabia y que motivó su reacción violenta con las mujeres que quisieron convencerla de que no abortara y entrara al camino de Dios, respondió que fue "la moralina y la manipulación".
"Estar embarazada cuando no quieres estarlo es difícil, más el cambio en tus hormonas, entonces que haya quien te meta miedo y culpa, me parece la cosa más asquerosa del planeta", sentenció.
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