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El regreso de un icono de la pandemia inaugura unas Fallas atípicas en Valencia

© Europa Press / Jorge GilLa falla de "la meditadora" durante la instalación en agosto de 2021 en la plaza del Ayuntamiento de Valencia
La falla de la meditadora durante la instalación en agosto de 2021 en la plaza del Ayuntamiento de Valencia - Sputnik Mundo, 1920, 27.08.2021
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Los festejos de esta provincia española vuelven a las calles después de más de 500 días en suspenso. Con restricciones y un programa resumido, esta tradición sale del bache y se prepara para una posible normalidad en 2022.
Con los ojos cerrados y en postura de flor de loto, la "meditadora" se convirtió en un icono de la pandemia. Arrancaba el mes de marzo de 2020 y esta falla inhalaba concentrada el aire templado de Valencia. Epicentro de los festejos de esta ciudad española, la plaza del Ayuntamiento preparaba otra edición más plagada de actos y celebraciones. Hasta que un virus conocido como COVID-19 copó la atención mundial y dejó a esta figura en una flotante placidez, con una mascarilla improvisada tapando su rostro.
Pocas horas después, el Gobierno decidió cancelar esta tradición levantina y la "meditadora" se quedó a la intemperie, soportando unas jornadas de lluvia y un encierro inusual que ha durado más de 500 días. El 25 de agosto, en una ceremonia sin algarabía ni honores, este símbolo del coronavirus en España volvió al lugar de donde tuvo que ausentarse. Lo hizo sin el busto, quemado en la apresurada recogida, y sin tapabocas. La cara de esta joven, remozada después de casi dos años almacenada, inaugura una edición atípica de las Fallas.
Será atípica por varios motivos. El fundamental, el cambio de fecha. Y, aparte, por las restricciones que tendrán. Si las Fallas son, precisamente, la lanzadera de la primavera, cuando los trastos viejos de los carpinteros ardían como metáfora de una purga para recibir la nueva estación, esta vez será un preludio del otoño. Esa alteración del calendario se ha provocado después de meses de negociación y esperando que la epidemia amainase. Ahora, en medio de una quinta ola y con la mayoría de la población vacunada, se ha dado el visto bueno para retomarlas.
Este pistoletazo de salida, en cualquier caso, se verá afectado por modificaciones inauditas que han provocado que se las mencione como "Fallas históricas". A la agenda habitual se le restarán citas esenciales como la clásica mascletà de las dos de la tarde, un juego de pirotecnia en el Ayuntamiento al que acuden las reinas y que suelen seguir desde el balcón consistorial invitados célebres. Desde el 1 de septiembre, en que comienzan oficialmente después de varios días de plantà (la instalación) de los monumentos, cualquier acto al aire libre tendrá que ser con mascarilla y seguirá vigente el toque de queda a la una de la madrugada.
Bajo este parámetro se adelantará la quema o cremà final. En lugar de iniciarse a las 10 de la noche, se adelantará dos horas para dar tiempo a desalojar todo antes del límite marcado. La ofrenda a la Virgen de los Desamparados, procesión multitudinaria encabezada por las falleras y su equipo, se hará en tres turnos durante dos jornadas y acudirá un tercio de las personas que suelen estar autorizadas. La ausencia de la mencionada pirotecnia en el Ayuntamiento y en el jardín del Turia como colofón no anula del todo los juegos explosivos: en estas jornadas habrá 19 puntos de mascletà repartidos por ocho barrios, para evitar concentraciones, y fuegos artificiales nocturnos.
Las Fallas de este año han venido precedidas por un sinuoso camino de decepciones, negociaciones y acuerdos. A la estupefacción del marzo fatídico, cuando aún no se preveía la magnitud de la crisis sanitaria, le siguió la incertidumbre. Artistas y público vivieron meses de espera sin respuestas. Los monumentos aguardaban en una nave de la Feria de Valencia. Y los talleres resistían sin actividad ni proyectos a la vista, aterrados por un posible golpe mortal a esta manifestación cultural. Se le añadía una política autonómica de las más severas del país: el Ejecutivo de la comunidad cerró locales y recortó servicios después de Navidad y aún dictamina unas normas que ya han desaparecido en otras regiones, como el toque de queda.
Gracias a eso, la incidencia se mantenía a raya, pero iba aumentando el hartazgo. Aun así, la Junta Central Fallera consiguió fijar septiembre como el mes de la celebración. Incluso si se clausuraban los accesos a algunos lugares o se reducían los aforos, tirarían adelante. La cuestión, defendían, era dar salida a las creaciones de hace dos años y poner un anhelado punto y aparte. Sin acabar con ellas y sin objetivos en el horizonte, los casales estaban en un limbo peligroso que les abocaba a un precipicio. Las sensaciones actuales, tras meses de quejas y desesperanza, es de ilusión. El 5 de septiembre, cuando la nit del foc (noche del fuego) devore estas figuras más longevas que usualmente, se descorchará por fin un nuevo curso fallero.
Hasta entonces, y teniendo en cuenta los cortes de calles o la vigilancia que habrá, los valencianos están aprovechando para ver cómo se montan los monumentos. La sed de estos 18 meses sin el maná de sus fiestas sólo se calmó levemente con un pequeño homenaje en escaparates de algunos comercios. En las imágenes compartidas durante las últimas horas por redes sociales se resalta la emoción de encontrarlas de nuevo en el asfalto. "Después de una dura jornada de 12 horas, ver fallas y focos en las plazas me da la vida", subraya una usuaria en Twitter. "No hay palabras", resume otro.
Cristina Estévez, vicepresidenta de la Junta Central Fallera, ya avisó de que iba a ser una edición peculiar. "Nos adaptaremos a lo que haya, ya dijimos que éstas no son unas Fallas normales, son unas Fallas en pandemia", resaltó, enfatizando que lo importante es insuflar ánimo y palpar como sea esta tradición. "Se trata no tanto de verlo, sino de escuchar de nuevo el sonido de la pólvora por la ciudad", señalaba en referencia al cambio de proceder con la pirotecnia. Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana, ha repetido que "lo prioritario" era la salud y que las fiestas vendrían cuando estuviera "garantizada".
"Se acercan unas Fallas especiales, emotivas, distintas, pero Fallas. Es momento de unión de la familia fallera y disfrutar con responsabilidad", afirma otro particular.
Mientras, la "meditadora" del Ayuntamiento ya ha vuelto a su hogar, como han resaltado los responsables de la obra, José Ramón Espuig y Manolo Martín. Estos artistas han querido recuperarla con el lema Açò també passarà (Esto también pasará)y sacarla a la luz sin mascarilla. "Tendría mucho sentido ponérsela para hacer un acto de quitársela, pero si hubiéramos vencido al COVID-19, que no lo hemos vencido", argumentaba Martín al diario Abc. Lo que han ganado, de momento, es el regreso de las fiestas, aunque sea de forma atípica y con una efigie que rememora el drama de la pandemia. Pero también la eventual superación.
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