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Humor, creatividad y sencillez. Tres ingredientes, que sustentados en el rigor del análisis de destacados expertos internacionales, son la clave para acercarte al complejo mundo de la economía y las finanzas. Javier Benítez presenta el programa. 15 minutos, todos los jueves.

Coches eléctricos: ¿solución o fraude?

Coches eléctricos: ¿solución o fraude?
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La Unión Europea [UE] prohibirá la venta de coches diésel, gasolina e híbridos a partir del año 2035. Esa es la idea de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a través de una propuesta legislativa. Pero surge la interrogante: ¿son los coches eléctricos la solución definitiva, o sólo estamos en el umbral de un nuevo problema?

Volver al futuro

Europa. Año 2035. Está prohibida la venta de nuevos coches diésel, gasolina e híbridos. Sólo se permite la comercialización de coches eléctricos.
Europa. Año 2021. "Nos enfrentamos a un problema decisivo para el conjunto del futuro de la humanidad y también para el conjunto del futuro de la UE", observa al respecto el economista José Luis Carretero Miramar.
En opinión del analista, aquí tenemos una serie de objetivos que implican hacer frente a esa dinámica de cambio climático que han señalado los científicos, y que implica por lo tanto, operar sobre elementos fundamentales de la actividad industrial en toda Europa y en el conjunto del globo.
"Europa pretende además ser una especie de elemento señero, quien lleve la dirección de ese proceso de adaptación de transición ecológica, de adaptación al cambio climático, etc. Porque ya estamos hablando de adaptación, ya no estamos hablando de evitar o mitigar el cambio climático, sino que estamos hablando, en cierta manera, de adaptarnos a él. Sabemos que va a suceder, lo que no sabemos es todavía en qué cuantía y con qué grado de gravedad".
Carretero Miramar explica que lo que quiere la UE es intervenir frente a las dinámicas de movilidad basadas en los combustibles fósiles, y establecer una especie de trayecto que permita realizar una transformación, de una movilidad centrada en los combustibles fósiles, a una movilidad centrada en las energías renovables.
"El problema real es hasta qué punto, de verdad, en las circunstancias en las que nos encontramos, el sistema capitalista puede realmente efectuar esta transición ecológica de una manera solvente y real. Y lo que nos encontramos es una movilidad eléctrica que es muy difícil de sostener, porque es muy difícil hacer esa sustitución del parque móvil basado en los combustibles fósiles, por un parque móvil basado en los vehículos eléctricos, cuando los vehículos eléctricos son más caros, cuando no existen puntos de recarga, y cuando hay problemas también para el reciclaje de los elementos que conforman los vehículos eléctricos", constata el analista.

El lado oscuro de los coches eléctricos

Francia, y lo más preocupante, los franceses, ya conocen lo que es tener que lidiar con algunas de las consecuencias nefastas de los coches eléctricos. La historia se remonta al año 2018 cuando Autolib, uno de los primeros sistemas de car sharing masivo de coches eléctricos, colapsó. Consecuencia: a las afueras de París surgió un cementerio de 4.000 vehículos Bollore Bluecar de esta especie.
La imagen de estos coches eléctricos arrumbados en un campo por el cierre de la empresa, porque además no hay quién los compre, obedece a varios factores. Primero, que estos Bluecar han estado destinadas a un servicio público, pasando por muchas manos no siempre cuidadosas. Pero esconden más problemas: a su mal estado se suma que su carrocería es de aluminio, por lo que es más costoso repararlas en comparación con otros materiales. Además, están muy justos de equipamiento, incluidos sus sistemas de seguridad.
Pero sobre todo, el Bolloré Bluecar lleva una batería LMP, de polímero de litio y 30 kWh de capacidad, que si bien promete una gran autonomía para ser un eléctrico ya antiguo [250 km en ciudad y 150 km en ciclo mixto], se descarga rápidamente si el coche está parado y sin estar enchufado a una toma eléctrica.
Precisamente la polémica estalló en Francia por el peligro de drenaje de componentes tóxicos de las baterías que ha acarreado las protestas indignadas de los vecinos. Cuando sus baterías llegan al final de su vida útil, el gran desafío es cómo enfrentar esta situación. En realidad, las empresas no tienen claro cómo reciclarlas. Finalmente, no es precisamente respetuoso con el medio ambiente que haya miles de coches amontonados en un descampado.
Y pese a que en algunos países un coche eléctrico puede llegar a emitir más CO2 que un diésel o gasolina en varias etapas de su vida, globalmente los eléctricos producen menos CO2 a lo largo de todo su ciclo de vida, considerando que como media mundial, cada kWh de electricidad consumido emite 500g de CO2 durante el proceso de obtención de la energía.
De acuerdo a algunos estudios, casi la mitad del CO2 que emite un coche eléctrico en su vida útil, procede del proceso de producción, cuando ni siquiera ha recorrido ni un solo kilómetro, siendo la batería responsable del 40% del total de CO2 emitido durante su fabricación. No obstante, contamina menos que cualquier otro tipo de vehículo a lo largo de su vida. Eso sí: siempre y cuando no haya que cambiar la batería.
Carretero Miramar incide en que hay que considerar que este proceso de transición hacia la movilidad eléctrica, implica cifras de vértigo en torno al consumo de determinados elementos que se utilizan, como por ejemplo para las baterías del coche eléctrico. "El proceso de transición que marca la Comisión Europea, implica un aumento de 60 veces en el consumo de litio en la UE para el año 2050, y 15 veces en el consumo de cobalto, porque tanto el litio como el cobalto son elementos que se suelen utilizar en la fabricación de las baterías", apunta.
El analista afirma que "el problema de las baterías es muy grave, porque al fin y al cabo lo que marca la propia legislación europea es que son los propios fabricantes y comercializadores de los coches los que tienen que hacerse cargo de la recogida, la gestión y el reciclaje de las propias baterías. Lo que indican los fabricantes es que en estos momentos no tienen muy claro cómo van a llevar a cabo este tipo de procesos".
"Tenemos que plantearnos se verdad, si lo que queremos es un capitalismo barnizado de verde, o si lo que queremos realmente es una transición ecológica real a una sociedad que implique formas de vida más naturales y también más placenteras", concluye José Luis Carretero Miramar.
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