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La cuna del jardín tropical: así es el nuevo Patrimonio de la Humanidad de Río de Janeiro | Fotos

© AP Photo / Bruna PradoEl Sitio Burle Marx
El Sitio Burle Marx - Sputnik Mundo, 1920, 28.07.2021
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Los dibujos ondulantes del paseo marítimo de Copacabana o los jardines del parque de Flamengo, en Río de Janeiro, están entre las obras más célebres del paisajista brasileño Roberto Burle Marx. La Unesco resaltó ahora el valor de otra de sus creaciones: la finca donde jugó con las plantas hasta idear el jardín tropical moderno.
El Sitio Burle Marx, desde el 27 de julio Patrimonio de la Humanidad, es un festival para los sentidos: un terreno de 300.000 metros cuadrados situado a las afueras de Río de Janeiro, rodeado de exuberante selva tropical y con jardines donde conviven hasta 3.500 especies diferentes de plantas.
También alberga la casa donde el paisajista vivió entre 1973 y 1985, cuando donó toda la propiedad al Estado brasileño. Tras muchos años siendo una joya desconocida para la mayoría de cariocas, la comisión de Patrimonio de la Unesco destacó su "valor excepcional universal". Entra así en la selecta lista de Patrimonio de la Humanidad, donde Brasil ya tiene 23 bienes inscritos.
La directora del recinto, Claudia Storino, explicó en una entrevista con Sputnik el porqué de ese valor universal de la finca: "Es el lugar que funcionó como laboratorio de creación del jardín tropical moderno, donde Burle Marx ejecutó sus experiencias técnicas, científicas y estéticas", comentó.
© AP Photo / Mario LobaoEl Sitio Burle Marx
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 Finca de Burle Marx - Sputnik Mundo, 1920, 27.07.2021
América Latina
La Unesco declara la Finca de Burle Marx en Río de Janeiro Patrimonio de la Humanidad | Fotos
El paisajista desarrollaría en este terreno todo el potencial que vislumbró en aquella visión (casi una epifanía) que tuvo cuando, de muy joven, pasó un año en Berlín. En esa época estudiaba dibujo y un día fue a pintar a un invernadero repleto de plantas tropicales.
"Como tenía una mirada absolutamente estética para el mundo, para las cosas, para la vida, vio aquello y se quedó fascinado. Pensó: "Esto es muy importante. Quiero hacer jardines con esto. ¿Por qué nadie usa estas plantas en los jardines?", comenta Storino.

La revolución de los jardines

A su regreso a Brasil empezó a diseñar jardines que poco a poco rompían con el modelo de jardín clásico de influencia europea, de setos recortados y líneas simétricas. Burle Marx introdujo plantas nativas brasileñas y abrió un nuevo paradigma.
Con el tiempo, sus jardines adornarían medio mundo y dialogarían con las obras de otros genios contemporáneos, como Oscar Niemeyer o Lucio Costa, pero en ese momento, Burle Marx necesitaba espacio.
Ese terreno lo encontraría en 1949 en Barra de Guaratiba, a 40 kilómetros del centro de Río. Una antigua plantación de bananeras se convirtió con los años en el jardín de aclimatación donde las plantas fueron tratadas como obras de arte, como pinturas vivas, con sus colores, formatos y texturas tenidas en cuenta para componer cada rincón.
Necesitaba un terreno donde ejecutar sus ideas, y sobre todo donde albergar su inmensa colección de plantas, que iba recolectando en sus expediciones por el mundo. Descubrió decenas de especies, tantas, que más de 30 llevan su nombre. Algunas de las que se pueden admirar en Río de Janeiro ya están extintas en su hábitat natural. El valor botánico de la finca es incalculable, pero va más allá.

Más allá de las plantas

Y es que Burle Marx, además de paisajista era pintor, dibujante, escultor y cantante. Su magnética personalidad también se aprecia en la casa, el taller donde creaba y su exquisita colección de arte precolombino y artesanía popular latinoamericana.
"La finca es el conjunto de su obra. Tiene su lado científico, su lado artístico y su lado natural", resume Storino, que espera un aluvión de nuevos visitantes con el título concedido por la Unesco. No obstante, de momento las visitas se dan en pequeños grupos y con reserva previa, para preservar el frágil equilibrio del lugar.
Con la inclusión de la finca de Burle Marx como Patrimonio de la Humanidad, la ciudad de Río de Janeiro ya suma tres bienes en esta lista, junto con el paisaje de la ciudad entre el mar y las montañas (2012) y el Cais do Valongo, el mayor puerto de entrada de negros esclavizados en Latinoamérica (2018).
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