'Colchonazo', un nuevo reclamo por las personas en situación de calle en Argentina

Organizaciones sociales que conforman la Coordinadora Desde Abajo, dedicadas a la problemática de las personas en situación de calle y la movilización popular, realizaron una manifestación performática frente al Congreso nacional para pedir el avance de un proyecto de ley que cree un programa de inclusión y abordaje integral de la problemática.

Una persona acostada en un colchón al amparo de los elementos es invisible a los ojos de los transeúntes de las grandes ciudades, ignorada por su condición de exclusión. Pero 30 colchones con personas acostadas en la avenida que cruza frente al Palacio Legislativo, no lo son.

El colchonazo organizado por organizaciones dedicadas a acompañar a personas en situación de calle en Argentina volvió a visibilizar a los olvidados. Un proyecto de ley para crear un programa integral que aborde esta problemática en todo el país avanza en comisiones de la Cámara de Diputados, pero las agrupaciones comprometidas en el tema reclaman mayor celeridad.

"La jornada de hoy que se llamó colchonazo tiene que ver específicamente con el reclamo por la aprobación del proyecto de ley nacional para personas en situación de calle y en riesgo, que obtuvo el dictamen de mayoría de dos comisiones", dijo a Sputnik Horacio Ávila, fundador y coordinador de la ONG Proyecto 7, referente en la problemática.

#Colchonazo frente al Congreso de #Argentina para reclamar por la sanción de una Ley nacional para personas en situacion de calle y familias sin techo ante la gravedad de la emergencia económica y la crisis habitacional y social pic.twitter.com/UhObw2PbF2

— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) July 28, 2021

La llegada del invierno en Argentina es la época más cruda para las personas sin hogar, que viven en situación de calle, duermen en albergues nocturnos o subsisten día a día en hoteles familiares populares de las grandes ciudades.

Indefensas, mal alimentadas y de salud endeble, algunas de las personas sin hogar padecen adicciones o enfermedades físicas y mentales, otras son individuos o familias desahuciadas porque la emergencia económica y la crisis social y habitacional que se vive en Argentina les arrebató todo.

La Coordinadora Desde Abajo realiza desde la llegada del frío en mayo pasado la campaña La Pobreza no puede Esperar. Además organizó el 22 de junio una acción de 1.000 desayunos en barrios vulnerables.

Colaboran organizaciones como el MTD Aníbal Verón o Proyecto 7, una ONG creada en 2003 y autogestionada por personas que vienen de vivir en estas condiciones, dedicada a contener y ayudar a reinsertar a personas sin techo propio.

El abandono que vive el estrato más marginalizado de la ciudadanía, una problemática agravada por la pandemia, afecta mucho más a las mujeres y las infancias, siempre más vulnerables al impacto irrevocable de la miseria y la exclusión.

Subregistro y problema de fondo

El último censo de personas en situación de calle, publicado en julio de 2019 por un conjunto de más de 40 organizaciones civiles, arrojó que había 7.251 personas en estas condiciones solo en la ciudad de Buenos Aires, entre quienes aproximadamente 20% eran mujeres, aunque el total superaría ampliamente las 10.000 personas en la actualidad.

"No hay un número exacto, por eso también en la ley se pide que haya un relevamiento anual, que nos permita ver la problemática en su forma real. La pandemia, la crisis y los últimos gobiernos han provocado que muchísimas personas perdieran el laburo [trabajo] y no puedan pagar el alquiler. No hay política pública de ningún tipo salvo la asistencia de emergencia: un plato de comida y alguna cosa más", reclamó Ávila.

De las personas registradas sin hogar hace dos años, 5.412 dormían en la calle, 1.340 en establecimientos con convenios estatales y 641 en los paradores del Gobierno porteño. Este relevamiento registró que, del total, 12% eran niños, niñas y adolescentes, lo que implicaría que en la actualidad podría haber casi 2.000 jóvenes sin techo en la ciudad.

Más de 10 años de estancamiento y recesión en Argentina, sumados a las crisis que causó la pandemia en los sectores más vulnerables, han llevado a que crezca el número de familias sin hogar, a la par que se reduce el presupuesto estatal para contener y reinsertar a esta población expulsada del sistema.

Argentina se encuentra en uno de sus momentos de emergencia económica y social más difíciles de su historia moderna, con índices de pobreza que alcanzan a la mitad de la población y que toca a seis de cada 10 menores de edad.

El estancamiento se percibe en la falta de trabajo registrado, con 40% de la fuerza productiva en la informalidad, recesión y una de las tasas de inflación anual de su moneda más altas del mundo, que fue de 36% en 2020 y cercana al 50% los dos años previos.

En mayo pasado, el presidente de Argentina, Alberto Fernández, anunció que se aumentará el universo de beneficiarios de la tarjeta Alimentar, para incluir a todas las familias en situación de vulnerabilidad con hijos e hijas menores de 14 años.

Sin embargo, fue criticado por movimientos populares por la insistencia en políticas de asistencialismo, que no resuelven los problemas y que incluso beneficia a los formadores de precios en lugar de promover el consumo en los comercios de los barrios, donde se prefiere el uso del efectivo.

Además, fomenta el consumo de productos industriales ultraprocesados, generadores de la epidemia de obesidad que vive la sociedad, y evade el impulso de las alternativas de menor escala ofrecidas por las cooperativas alimentarias de la economía popular y campesina.

"Las personas en situación de calle tienen todos sus derechos constitucionales y humanos vulnerados. Hace falta un enfoque más profundo para resolver todo el contexto, que no es solamente tener un techo arriba de tu cabeza", concluyó el referente, quien vivió siete años sin hogar.

Proyecto 7 coordina cuatro centros de integración en la ciudad de Buenos Aires, con enfermerías para las que se gestionan turnos y tratamientos de salud clínica y mental, donde se trabaja el consumo problemático con terapias individuales y grupos colectivos.

Además, cuentan con un bachillerato popular, una escuela de psicología social, un taller de alfabetización digital con un aula virtual de 20 computadoras, talleres de capacitación laboral, emprendimientos productivos, una panificadora, una línea de alfajores, entre otros emprendimientos.