México apuesta por seguir complaciendo a EEUU ante la crisis migratoria

CIUDAD DE MÉXICO (Sputnik) — México y EEUU se esfuerzan en impulsar un desarrollo regional que desincentive el éxodo originado en Centroamérica, y mientras cooperan en la contención migratoria, mantienen desencuentros en la seguridad fronteriza contra el crimen organizado trasnacional.

Carlos Heredia Zubieta, cofundador del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, foro plural sobre la política exterior mexicana, dijo a Sputnik que la gira que esta semana realizó por Guatemala y México la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris, buscaba conseguir una sola pieza del rompecabezas.

"La única pieza que ha venido a buscar es que México y Guatemala sigan apoyando a EEUU en la labor de contención migratoria", dice el especialista, apuntando al corazón de la misión encomendada por el presidente Joe Biden.

Ante el creciente éxodo de decenas de miles de familias empobrecidas por la situación económica, y aterrorizadas por la violencia del crimen organizado, que hizo que en abril se multiplicaran por diez las detenciones de la patrulla migratoria de EEUU en la frontera con México, Washington corrió a buscar a sus socios latinoamericanos del vecindario.

Un muro mexicano

El experimentado profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas, donde ha dirigido las divisiones internacionales y de estudio de la realidad estadounidense, considera que el país latinoamericano sigue jugando el mismo rol que desempeñó durante el Gobierno de Donald Trump (2016-2020) en EEUU.

"Parece que ese papel continúa, como lo estuvimos haciendo (los mexicanos) durante la administración Trump", afirma Heredia, sin dudar.

El especialista considera que ese papel, respaldado por la Guardia Nacional, es de capital importancia, porque el mensaje político de Biden hacia el interior de EEUU es el siguiente: "los demócratas cuidamos las fronteras, salvaguardamos la seguridad nacional".

El autor del libro "Geopolítica en los tiempos de Trump: política internacional y aspectos institucionales de la relación México-Guatemala", de reciente publicación este año, indica además que la segunda conclusión sobre los resultados de la ayuda estadounidense, es de escepticismo.

"En el rubro de la cooperación para el desarrollo en Centroamérica, las cosas se complican: primero, porque Washington no tiene los aliados que quisiera, no puede trabajar con los presidentes Juan Orlando Hernández en Honduras, ni con Nayib Bukele en El Salvador", afirma el también especialista en temas de flujos migratorios.

Asimismo, los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México, y Alejandro Giammattei, de Guatemala, "no tienen interés realmente en la cooperación internacional para el desarrollo que empodere a organismos independientes y de la sociedad civil", se lamenta el autor.

Recelo hacia la sociedad civil

Ambos socios de EEUU comparten una característica, que no solo ocultan, sino que presumen: su desconfianza de las organizaciones autónomas y de la sociedad civil.

"Las suspicacias que López Obrador y Giammattei tienen en contra de todo aquello que se les oponga, los llevará a continuar colaborando con EEUU de manera pragmática, a continuar ejerciendo la contención migratoria", apuesta el especialista, que se ha desempeñado como asesor en temas de América del Norte y Centroamérica.

Heredia indica que la gran interrogante que deja la gira de Kamala Harris es si la administración Biden va a tratar de equilibrar su política exterior hacia México y Centroamérica en materia de derechos civiles democráticos.

"¿Van a hacerse los Estados Unidos de la vista gorda y voltear a ver hacia otro lado en casos de violaciones de derechos humanos, de rupturas al estado de Derecho y de desgaste de las democracias en países vecinos, a cambio de que sigan conteniendo el flujo migratorio hacia el norte, a territorio de EEUU?", inquiere el académico.

La respuesta de Heredia está marcada por el escepticismo que le dan décadas de estudio del fenómeno, desde que fue un crítico desde la sociedad civil sobre las falencias del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor en 1994 y se reconvirtió en 2018 en el T-MEC.

"La situación, por lo menos hasta ahora, no es para ilusionarnos sobre un nuevo tipo de cooperación, que sea más integral y beneficie a la poblaciones mayoritarias más necesitadas", comienza su respuesta.

Su deseo, aclara, es que ese escenario se diluya.

"Espero equivocarme, y que se pueda reencaminar un esfuerzo en el que realmente el apoyo estadounidense se reoriente hacia las poblaciones que lo necesitan realmente, pero eso está todavía por verse", termina.

Otro tema resulta preocupante: EEUU le ha encomendado a México contener el tráfico de drogas sintéticas procedentes de Asia, que entran a Norteamérica por los puertos mexicanos del Pacífico.

México ha aceptado el reto y militarizó todos sus puertos, que a partir de este mes estarán bajo control de la marina Armada y no de autoridades civiles ni de su Marina Mercante.

A cambio, México espera que EEUU contenga el tráfico de unas 200.000 armas que son introducidas por el crimen organizado por la porosa frontera de casi 3.200 kilómetros.

Las armas son legales en el mercado regulado al otro lado de la frontera, como lo es también el mercado de marihuana; pero esa realidad aún no llega a México, donde el Congreso ha sido incapaz de reglamentar el mercado de cannabis, violando incluso los plazos establecidos por Suprema Corte de Justicia, que le he concedido sucesivas prórrogas.