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El vecino que graba la solidaridad de un barrio madrileño

© Foto : Cortesía de Javier ArcenillasVecinos de Malasaña reparten comida gratis del restaurante Casa28.
Vecinos de Malasaña reparten comida gratis del restaurante Casa28. - Sputnik Mundo, 1920, 29.05.2021
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Juanjo Castro, autor de varios documentales, recorre Malasaña después del confinamiento y retrata las iniciativas sociales que han aflorado con la pandemia.
Una de las preguntas constantes que recibe Juanjo Castro es dónde vive. Y la respuesta, curiosamente, no es Malasaña. Su casa está en Quevedo, "un poco más arriba". Aclara, sin embargo, que conoce este barrio de Madrid a la perfección. Dan fe sus documentales: #MeGustaMalasaña, Malasaña 80 Music Bar, Soñar, vivir, crear y otras historias de Malasaña o el estrenado recientemente, La fuerza del barrio.
Este último, único que no lleva el nombre de su zona fetiche en el título, trata una de las caras menos visibles en el trajín del día a día: su solidaridad. Ese espíritu que fluía en sordina cuando sus calles bullían con el traqueteo de maletas o de sus terrazas vocingleras y que afloró con la pandemia: durante el confinamiento, algunos vecinos sacaron a relucir el lado más luminoso del ser humano.
Puede sonar magnánimo, pero es lo que Castro ha retratado tras la cámara. Bancos de alimentos para repartir entre los más necesitados, restaurantes que guisan para la gente, redes ciudadanas que se coordinan para acompañar o ayudar a personas que viven solas… Todos esos gestos, sin descorche de botellas ni discursos en un púlpito, han convertido la epidemia en una oportunidad para mejorar y en un reflejo de eso que tanto se leía entonces: solo el pueblo salva al pueblo.
Castro recuerda la etapa como "muy dura", con "mucha tristeza en la calle", pero también como una etapa en la que, "de manera altruista", hubo quien quiso darle la vuelta a la coyuntura y aprovechar para atender a los más vulnerables. "Quería grabar las consecuencias de la crisis, pero tuve que cambiar el enfoque", comenta a Sputnik. El cineasta abarca en poco más de una hora los movimientos sociales surgidos en aquellos primeros meses de 2020, con un estado de alarma recién decretado y restricciones severas de movilidad, y sigue a algunos protagonistas hasta diciembre.
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"Leí lo de Adrián Rojas y me quedé alucinado. Vi que tenía que contar su historia", explica. Esa historia es la de un cocinero argentino, Rojas, que cuando todo se quedó en suspenso decidió abrir su restaurante, Casa 28. No fue un ejercicio de desobediencia sino un impulso caritativo: desde el pequeño local, en el corazón de Malasaña, se dedicó a guisar y repartir platos de puchero a quienes quisieran, abandonados por los servicios sociales.
Rojas y su iniciativa dan pie al documental con unas imágenes que salen del propio móvil del chef argentino. "En esos momentos tenía miedo, No me daba el cuerpo para salir", apunta Castro, que vive con familiares mayores y prefería no exponerse a un virus que ya acumula en España cerca de 80.000 fallecidos. Ese comienzo es el de un paisaje desolador, con plazas vacías y persianas bajadas en un área incluida en los destinos top que visitar en Europa. Y continúa con las voces de Lola Beneyto, regente de El Lugarcito, otro restaurante, o Andrés Español, uno de los creadores del movimiento vecinal Malasaña Acompaña.
© Foto : Cortesía de Félix RenedoEl cineasta Juanjo Castro, director de 'La fuerza de un barrio'
El cineasta Juanjo Castro, director de 'La fuerza de un barrio' - Sputnik Mundo, 1920, 28.05.2021
El cineasta Juanjo Castro, director de 'La fuerza de un barrio'
Todos narran cómo vivieron ese período, por qué se decidieron a tirar del carro y cómo les ha afectado en imágenes estáticas de entrevista, secuencias de celular o fotografía de personas anónimas. "Veías que la gente estaba mal", prosigue el director, "y que había quien, aun así, echaba una mano". A Castro le asombró esa fuerza que menciona en el título y le decepcionó la respuesta institucional: "Otra cosa fue el tema político, que ninguno reaccionó bien".
De hecho, una de las cosas que se aprecian en La fuerza del barrio es la falta de respaldo oficial. En la Comunidad de Madrid, los Servicios Sociales cedieron sus competencias a estas redes improvisadas. Sumado al cierre de centros de salud o de oficinas de atención, la coyuntura se complicó para los más vulnerables.
"Se ve, en realidad, que nadie está libre de caer. Que venimos de una crisis y no hay un gran colchón económico, que vivimos al día", puntualiza Castro, creyendo que es su trabajo más social. De hecho, no solo se observan estos proyectos desinteresados sino los problemas que ya aquejaban a la sociedad. "Los salarios son peores y el alquiler ha subido, hay mucha precariedad y no se sabe nunca qué va a pasar", cavila.
Esa incertidumbre es la que expresan los que pasean por la película y la que Castro aborda en la conversación. "Ahora estamos dopados, para bien, con los ERTE y las subvenciones, pero nadie sabe qué ocurrirá con todos esos bares y tiendas cuando tengan que abrir. Algunos que eran clubes nocturnos ya se han adaptado, pero otros tendrán que cerrar, y Malasaña se distingue por sus locales de música", anota el cineasta, que piensa que Malasaña es "un cambio constante y se va a recuperar".
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"Yo soy optimista, pero no creo mucho en el ser social", ríe en referencia a cómo se ha olvidado el sufrimiento reciente y se ha vuelto a la irresponsabilidad. "En las elecciones, por ejemplo, ha ganado el grito, lo radical. Y está muy bien aplaudir a los sanitarios, pero hay que recordar. La memoria del ser humano es muy corta", lamenta después de unas jornadas, tras el fin del estado de alarma, con imágenes continuas de botellones en distintas ciudades españolas.
A pesar de estos desmanes, Castro opina que han quedado cosas buenas, como las que expone en el documental. "Esto va a modificar los hábitos, está claro. Ya nos corta un poco hacer determinadas actividades. Pero el ensamblado social se ha quedado. Todavía hay quien reparte a diario comida en comedores sociales", indica. A él, por ejemplo, no se le va el recuerdo de una mujer que recorría de un lado a otro su terraza en medio del vacío. Y dice que en el estreno intuyó la emoción de los espectadores. "Salían con ojillos vidriosos, tocados", confiesa quien precisamente ha querido relatar lo positivo de un barrio "que resistirá y se reinventará". Ahí radica también, espera, su fuerza.
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