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Una abogada española amenazada de muerte por denunciar la práctica del pañuelo en las bodas gitanas

© AFP 2023 / Dimitar Dilkoff / Una boda gitana en RumaníaUna boda gitana en Bulgaria
Una boda gitana en Bulgaria - Sputnik Mundo, 1920, 12.05.2021
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La jurista española Paula Fraga ha abierto el debate sobre sobre la prueba del pañuelo, una práctica habitual en la cultura gitana que se realiza antes del matrimonio para saber si la mujer es virgen. Tras denunciar esta práctica, ha recibido numerosas amenazas de muerte y se ha visto obligada a abandonar temporalmente sus redes sociales.
Paula Fraga es una abogada española y divulgadora feminista. Su trayectoria siempre ha estado ligada a los derechos de las mujeres y ha criticado aquellas prácticas que considera impropias en el entorno feminista y las impuestas por el patriarcado, pero en esta ocasión su última crítica ha hecho que reciba tal cantidad de amenazas e insultos que se ha visto obligada a abandonar sus redes sociales por un tiempo.
El 8 de mayo Fraga hizo un llamado a la abolición de la práctica del pañuelo en las bodas gitanas a través de su cuenta de Twitter. "La 'prueba del pañuelo' es una auténtica aberración contra los derechos de las mujeres y niñas gitanas, y muchas lo vamos a denunciar a pesar de las cínicas y falsas acusaciones de racismo de quienes o no se enteran de nada o de demasiado", manifestó Fraga.
"Si sale sangrado es la prueba de su 'virginidad' y, por tanto, de su 'honorabilidad'. Una práctica patriarcal que atenta contra la integridad moral y que debería estar ya prohibida", continuaba la jurista.
La denuncia llegó a un amplio colectivo de personas gitanas que se sintieron ofendidas por sus comentarios y no dudaron en increparla con amenazas de muerte y hasta de violación. "Y si te matan a violar me alegro, te está bien, ojalá te violen o te maten esta noche, me alegrarías la verdad", respondía a sus comentarios una persona a la que la autora de la publicación ha preferido mantener en el anonimato.

"Está siendo un delirio"

Por si fuera poco, Fraga aseguró que también han compartido en varias cuentas de redes sociales la dirección de su casa. "Está siendo un delirio", explicaba. Sin embargo, sus palabras no solo han provocado el enfado de muchos, también el apoyo de otro sector de la población, desde personalidades políticas hasta de mujeres gitanas que piensan como ella pero que por miedo a las consecuencias nunca se han atrevido a verbalizarlo."Mi apoyo para Paula Fraga. Nunca la palabra, la opinión, merece una reacción de tal violencia y amenazas. Y tampoco se pueden amparar en el relativismo cultural las prácticas sexistas", dijo la portavoz socialista en la Comisión de Mujer en la Asamblea Madrid, Lorena Morales, en su cuenta de Twitter.
"Soy gitana, y desde que tengo uso de razón he visto este acto como asqueroso y repugnante", exclamaba una usuaria. "Pero además de contarte esto, por ser gitana y conocer esa realidad, no sabes cuán de silenciado está el tema. Todas las asociaciones que defienden a la mujer gitana hacen un paripé, solo pretenden continuar con estas prácticas, pero desde el silencio cuando reivindican derechos humanos contra el racismo".
Silvia Agüero, quien se define como mestiza, gitana, madre y feminista, es coautora del libro Resistencia Gitana y redactora de Pikara Magazine. Ella considera que, aunque el colectivo gitano lleva años sufriendo un discurso de odio antigitano, lo único que le importa a la sociedad es este tipo de prácticas como la del pañuelo por su carácter "morboso". Le hemos preguntado por este asunto, pero se ha mostrado igual de tajante que en sus tuits: "No voy a hablar sobre esto porque es puro marketing", asegura. "Lo han utilizado hasta la saciedad durante 200 años, ya está bien. No se puede comparar con una ablación, no tiene nada que ver ", y añade, "en un año han asesinado a cuatro gitanos bajo dependencias policías, ¿quién habla de eso?".

Práctica del pañuelo

La tradición del pañuelo en la cultura gitana es tan antigua como el origen de la misma. Para la académica y primera senadora de etnia gitana en la Asamblea de Madrid, Carla Santiago, el origen del pueblo gitano "ha sido todo un misterio durante siglos" por diversas causas, entre ellas por poseer una cultura ágrafa, es decir, transmitida oralmente de padres a hijos; por su carácter nómada, ya que se consideran "hijos de todo el mundo" y por el contenido simbólico que los mismos gitanos dieron a su origen contando leyendas sobre su procedencia.

"La gran mayoría de gitanos españoles no conocen su origen", manifiesta Santiago en su dossier 'Nos acercamos a una cultura: los gitanos', "algunos dicen que son españoles de siempre, otros creen en las leyendas construidas y otros niegan su procedencia hindú, siendo una minoría los que conocen su origen fruto de haber dedicado tiempo a indagar sobre él, ya que no hay nada escrito sobre los gitanos y su cultura en los libros de texto".

En cualquier caso, el papel de la mujer gitana ha tenido un lugar muy concreto desarrollado en el seno familiar: siempre ha sido considerada como la transmisora de su cultura a sus descendientes. Durante la adolescencia, la mujer gitana pasa a formar parte de las "mocitas", asociándose a este grupo de edad los conceptos de pureza (por su virginidad) y respeto. Cuando un hombre se fija en una mujer, primero ha de realizar el pedimento —que es la pedida de mano y tras un tiempo de noviazgo, pasan a la boda, una gran fiesta familiar que gira en torno a virginidad de la mujer, la rotura de camisas y los cantes y bailes.
Para poder contraer matrimonio es fundamental que la mujer llegue virgen al día de la boda. Para corroborarlo, la mujer ha de someterse a una prueba denominada como "la prueba del pañuelo". Consiste en introducir en la vagina de la mujer un pañuelo blanco para romper el himen y sacar las "tres rosas", que son manchas de sangre que simbolizan la virginidad de la mujer. Cuenta la leyenda que esta costumbre proviene de la cultura árabe y que fue una práctica común en España hasta la llegada de los Habsburgo. De hecho, se dice que la reina Isabel la Católica tuvo que someterse a ella antes de su casamiento con Fernando de Aragón.
Una vez que se casa, la mocita pasa al grupo de las "casadas" y velará por el buen funcionamiento de su casa. "El papel que ha desarrollado tradicionalmente la mujer gitana no está tan lejos del papel de la 'mujer paya' de las zonas rurales no hace más de 40-50 años", concluye Santiago.
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