Honduras llora a la Biblia de su fútbol

MANAGUA (Sputnik) — El Estadio Nacional de Tegucigalpa esta vez abrió sus puertas a un duelo, pero no al clásico Olimpia-Marathon, sino para que la afición futbolera catracha llorara a José de la Paz Herrera, más conocido como 'Chelato Uclés'.

El director técnico protagonista de la hombrada de llevar por primera vez a la selección nacional a una Copa del Mundo de Fútbol (España 1982) clasifica por derecho propio entre los mitos del deporte hondureño y como tal son sus honores póstumos.

El 29 septiembre de 2012, desde el banquillo del Real España, el Maestro dirigió su partido número 720 y dejó el listón demasiado alto para quienes entrenen en el máximo nivel del fútbol hondureño.

Pentacampeón nacional

La Biblia del Fútbol Hondureño fue uno de los motes con que la vida bautizó al laureado entrenador, en lugar del patronímico inscripto en un folio del Registro Civil de la ciudad de La Soledad (sureste), donde nació el 21 de noviembre de 1940.

Desde pequeño vivió en Tegucigalpa, donde hizo su breve carrera como jugador, campaña de 1965 en las filas del Atlético Español, pero su leyenda en el más universal de los deportes la firmaría en las casetas y arengando al borde de la raya a de cal.

En 1969, después de sacarse el carné de entrenador en Buenos Aires, debutó como preparador en la liga local, donde dirigió a los protagonistas del Clásico, Olimpia y Marathon, algo impensable en España o Argentina.

Pero también tuvo la batuta del estratega en otra media docena de clubes catrachos: Motagua (el de su estreno), Real España, Broncos, Universidad, Platense y los Lobos de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán.

En su palmarés obran cinco títulos nacionales, el primero con Motagua en 1974, tres con Olimpia (1982, 1997 y 2004) y el otro como estratega de Maratahon (2002).

Internacionalmente se probó también en las ligas de México (Santos Laguna) y Costa Rica (Cartaginés).

El traje 'beige' de España

La obra maestra del Chelato Uclés fue presentarse en el puesto de mando de la selección de Honduras en los estadios Luis Casanova (Valencia) y La Romareda (Zaragoza), sedes del grupo eliminatorio E del Mundial de España 1982.

El 16 de junio, en Valencia, le sacó un empate a un gol a la favorita escuadra local, y cinco días más tarde firmó idéntico resultado en Zaragoza frente a Irlanda del Norte.

A las puertas de entrar a la segunda liguilla (algo específico de esa competición a la cual clasificaron por primera vez 24 selecciones), un penal trasformado por el yugoslavo Vladimir Petrovic al minuto 88 rompió el sueño del once centroamericano.

En la tabla final del campeonato ibérico a Honduras (33,3% de los puntos posibles) le correspondió el decimoctavo lugar, nada mal para un país del Tercer Mundo que vivía las secuelas de un conflicto armando interno.

Un puntal de aquel resultado estuvo en la decisión del técnico de jugar con la base de la selección Sub-20 que disputó bajo su mando el Mundial Juvenil de 1977 en Túnez.

Tanto significó para el Herrera aquella gesta deportiva que el traje color beige que vistió en el Luis Casanova y La Romareda le sirve de mortaja. Último deseo cumplido.

Un empedernido por el fútbol

Chelato Uclés pasará a la historia como el gran revolucionario del fútbol hondureño, el creador de una filosofía de juego conocida como la garra catracha y una especie de héroe nacional del deporte en su país.

Un personaje en toda la extensión de la palabra, el Maestro dejó para la posteridad frases como la destinada a su epitafio: "Aquí descansa un empedernido por el fútbol".

"Hay muchas cosas que se pueden hacer por los pobres", otra expresión de su autoría, nació en 2005 durante una gira nacional de cara a las elecciones generales, en las cuales consiguió una diputación al Congreso Nacional (parlamento) por el Partido Liberal.

Con 200.000 boletas a su favor fue el cuarto diputado más votado, a pesar de realizar una campaña sin recursos y un solo anuncio en televisión.

En su biografía habrá espacio para su época de cadete en una escuela militar y una carrera amorosa que nunca logró llevarlo al altar, pero le concedió la paternidad en media docena de ocasiones, la última hace 12 años.

La diabetes y las gastadas arterias coronarias combinaron pases en un contragolpe que firmó su tránsito a la eternidad, pasadas las 22:30 horas del miércoles 28.