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Emilia Pardo Bazán, la autora "inmoral" que alcanzó el podio literario

© Foto : Cortesía de la Biblioteca Nacional de EspañaRetrato en La Esfera de Emilia Pardo Bazán
Retrato en La Esfera de Emilia Pardo Bazán - Sputnik Mundo, 1920, 04.04.2021
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La escritora gallega, de la que se conmemora el centenario de su muerte, fue una mujer decisiva en la intelectualidad de la época.
Su apariencia adusta no engañaba: Emilia Pardo Bazán era una mujer taciturna, que se ganó enemistades en el día a día mientras se coronaba como pieza clave de la literatura española. Sus textos fluían entre los márgenes del naturalismo y la reivindicación feminista al tiempo que la llamaban "pedante", "caprichosa", "inmoral" o "plagiófila compulsiva". Esta autora, nacida en La Coruña en 1851 y fallecida en Madrid en 1921, hizo gala de una vida libre y desencadenada siempre en torno a las letras y los derechos sociales. Ahora, en el centenario de su muerte, se conmemora la vigencia de su obra y la solidez del pensamiento en un figura clave.
Una figura que despreciaba el juicio ajeno y que hacía, básicamente, lo que le daba en gana. Desde empecinarse en ser escritor —en masculino, para huir de etiquetas que separaran por género— hasta enfrentarse a uno de los popes del momento como Leopoldo Alas Clarín. Ejerció de ensayista, crítica, conferenciante, dramaturga o editora a pesar de su origen aristocrático. Se instruyó con lecturas voraces y las filtró en un estilo de enorme carga simbólica y de descripciones que tocaron la cima en Los Pazos de Ulloa, canon del naturalismo español escrito en 1886.
© Sputnik / Alberto García PalomoManuscrito de la primera novela escrita por Emilia Pardo Bazán en el Museo Lázaro Galdiano
Manuscrito de la primera novela escrita por Emilia Pardo Bazán en el Museo Lázaro Galdiano - Sputnik Mundo
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Manuscrito de la primera novela escrita por Emilia Pardo Bazán en el Museo Lázaro Galdiano
© Foto : Cortesía de la Biblioteca Nacional de EspañaPortada de La Esfera el día de la muerte de Emilia Pardo Bazán
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Retrato en La Esfera de Emilia Pardo Bazán
Pero así como es noble su faceta con la literatura lo es su herencia. Pardo Bazán era hija de José María Pardo Bazán y Mosquera y de Amalia María de la Rúa-Figueroa y Somoza, condes residentes en La Coruña. Su infancia de alto abolengo no impidió que diera rienda suelta a un espíritu crítico, casi revolucionario dentro de su educación conservadora: observaba a las demás personas y fantaseaba con plasmar esos retales cotidianos en ficciones. Con 13 años dio forma a su primer libro, Aficiones peligrosas, antes de que a los 16 se casara con José Quiroga y Pérez de Deza.
También de familia hidalga, se fue con él a Madrid y, posteriormente, a recorrer el continente: Pardo Bazán pudo empaparse del contexto político en Italia o Francia y de algo más importante: del influjo naturalista que desarrollaría en su oficio. Porque la huella de Víctor Hugo o Emile Zola hizo mella en las crónicas viajeras que reunió en Por una Europa Católica, de 1901, o en sus cuentos y novelas. Fueron estas las que reflejaban la maña para hincar el diente social en sus descripciones costumbristas. Técnica que descubrió de otras latitudes como Rusia, donde Tolstói y Dostoyevski ya se convertían en clásicos indiscutibles.
Con maestros de tradición tan consolidada se erigió como estandarte del naturalismo "a la española". Publica La Tribuna y La cuestión palpitante en 1884, dos incursiones en la llamada insurgente del mundo obrero y en las cavilaciones espirituales, que ya dejaban pasar tintes de otras pioneras como Rosalía de Castro o Santa Teresa de Jesús. Con ellas se acercó a los temas que habían tratado con maestría Vicente Blasco Ibáñez o Benito Pérez Galdós.
Justo este autor inició una correspondencia que ha sido pasto de estudio por su progresión. Pardo Bazán pasa de la admiración al amor: aun casada y madre de un varón y dos niñas, tuvo un affaire del que dan pistas sus encabezados, que van del "amigo querido" al "mi ratonciño amado". Precisamente la progresión de esta relación y la pícara correspondencia discurren paralelas a la de su obra. En 1884, año en que se separa de Quiroga, suelta amarres y se dedica en pleno a la literatura.
Foto referencial de Rosalía de Castro  - Sputnik Mundo, 1920, 24.02.2021
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Aunque pasa temporadas en Galicia, donde la casa familiar es un museo en su honor y donde manda construir el Pazo de Meirás (que luego se apropiará la familia Franco), se instala en Madrid. Participa en publicaciones de la época, agita instituciones como la Real Academia Española de la Lengua (nunca se la incluyó, pero ella abogó por darle un puesto a Concepción Arenal) y jamás cesa en su creación literaria, que se desborda entre novelas cortas, cuentos, discursos, artículos periodísticos, poemas, intercambios epistolares u obras fundamentales como la mencionada Los pazos de Ulloa.
La influencia un siglo después de su deceso (el 12 de mayo) sigue siendo capital. Tanto en Galicia como en Madrid se celebran actos en su honor. La Biblioteca Nacional de España abordará en junio su dimensión intelectual, su carácter multifacético y su papel para la difusión de otras obras extranjeras. Isabel Burdiel, catedrática de la Universidad de Valencia, ha comisariado la exposición, con más de 200 objetos. En conversación con Sputnik explica que Pardo Bazán era una autora "versátil" que "renovó el naturalismo".

"En su momento fue considerada una de las grandes y no hay ninguna deuda con ella", afirma Burdiel, historiadora y autora de una de las biografías más completas de Pardo Bazán. Su arista personal también destacaba: "Quiso ser una mujer libre, y siempre impulsaba los derechos de las mujeres para ser consideradas iguales y ser individuos autónomos. Eso hizo que se la considerara 'liviana' por la sociedad pacata de la época", resume.

Marilar Aleixandre, miembro de la Real Academia Gallega y estudiosa de su obra, valora sus textos como los de una "narradora magnífica" y apunta que "merece el lugar que tiene". "Ha resistido los años y ha ido ganando apoyos", concede a Sputnik. Según esta experta, Pardo Bazán inventó el término de mujericidio en 1901 y fue la primera que habló del maltrato psicológico. "Habla del deseo, de que las mujeres vayan a la universidad y de los derechos sociales", comenta Aleixandre, que la ve como una voz esencial y subraya la "retranca e ironía gallegas" en sus escritos.
Facultades que empleaba a la hora de editar. Aparte de su atribulado espíritu aventurero e intelectual o de su tendencia al misticismo en los últimos años, hay un pilar esencial en la vida de Pardo Bazán: la relación que desarrolló con José Lázaro Galdiano. El coleccionista la conoció en Barcelona en 1888 y fundó la revista La España Moderna en 1889. Desde el principio hasta el final, en 1914, contó con sus consejos en las tareas de edición.
Juan Antonio Yeves, director de la biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano en Madrid, muestra delante de una colección de fotografías expuesta para la efeméride que "Doña Emilia" le ayudó en todo momento. "Fue una amistad fecunda y muy provechosa", califica en la vitrina donde ha reunido 15 fotografías y un fotograbado de la autora, con la que tuvo un encuentro más íntimo, pero que no trastocó la relación.

"Tenerla como apoyo le venía muy bien. Piensa que Lázaro Galdiano hizo durante 26 años una revista mensual donde escribían personalidades como Juan Valera o Emilio Castelar", exclama Yeves sin entrar en cotilleos y señalando una fotografía donde se mantiene la fecha (1883) anotada con tinta por Pardo Bazán.

"El mayor atractivo reside en el conjunto de retratos de Emilia Pardo Bazán, en los que se muestra su imagen desde los 18 a los 39 años, y de su familia, pero la muestra también constituye una aportación de interés para los estudiosos de la fotografía en España porque damos a conocer trabajos de fotógrafos de las últimas décadas del siglo XIX en Madrid, Coruña y Barcelona", añade, nombrando estudios como el de Eduardo Otero, Manuel Compañy Abad o Manuel Alviach Doladier en la capital, Valentín Mendía en La Coruña y Antonio Esplugas y Puig en Barcelona.
A estas joyas se le suma un tesoro escondido entre los despachos de la Fundación. Yeves manosea para Sputnik el original de Las aficiones peligrosas con los garabatos y recortes que hizo la propia autora. En la cubierta se lee "de muy mala gana, por santa obediencia, entrego este manuscrito de mi primer novela, escrita a la edad de 13 años". "La clave de Emilia Pardo Bazán era su cultura, que leía de todo, y su escritura, muy buena. Además, enarbolaba un feminismo sobre la igualdad. Y para la época ya era demasiado luchar por los derechos de la mujer", concluye, enfatizando sin duda su actualidad. Esa que, 100 años después, la mantiene en el podio de la literatura.
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