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Enfermeras chilenas: en la primera línea en el cuidado y la vacunación contra el COVID-19

© Foto : Gentileza MinsalUna enfermera atiende a un paciente con COVID-19 en Chile
Una enfermera atiende a un paciente con COVID-19 en Chile - Sputnik Mundo, 1920, 05.03.2021
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El 2020 fue declarado por la Organización Mundial de la Salud OMS como el año de las enfermeras, durante el cual debieron enfrentar la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus. En este 2021 en Chile se mantienen en la primera línea en el cuidado de los pacientes afectados por el COVID-19 y en la vacunación contra esta enfermedad.
"Las enfermeras son quienes han estado desde el inicio de esta pandemia en primera línea liderando todo lo que tiene que ver con la gestión del cuidado de los pacientes, y cautelando todos los procesos de atención en las distintas etapas y en los distintos niveles de la atención. Hoy día están liderando el proceso de vacunación nacional contra el COVID-19." señala Sputnik María Angélica Baeza, presidenta del Colegio de Enfermeras de Chile.
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De los 56.942 profesionales acreditados en enfermería en Chile, casi el 90% son mujeres, según las estadísticas de la Superintendencia de Salud, de abril de 2019. Un trabajo que, en voz de la dirigente, es profesionalizado y abarca cerca del 70% de las acciones de salud, y que, en estos tiempos de crisis sanitaria del COVID-19, ha puesto a prueba tanto a nivel psicológico como físico a estas comprometidas mujeres.
Dos enfermeras que conocen bien esta realidad comparten con Sputnik sus historias sobre un abnegado trabajo, junto con su compromiso social y sanitario en tiempos de pandemia.

"Es solo vocación de querer ayudar"

© Foto : Gentileza María Julia ContrerasMaría Julia Contreras en su trabajo
María Julia Contreras en su trabajo  - Sputnik Mundo, 1920, 05.03.2021
María Julia Contreras en su trabajo
María Julia Contreras tiene 54 años, es madre y abuela, y es enfermera titulada de la Universidad Católica Silva Enríquez. Trabajó 15 años en la popular comuna de La Pintana en Santiago, primero como técnica y posteriormente como enfermera. Actualmente trabaja en otra comuna vulnerable, La Granja, en un Servicio de Urgencia Comunal y en un Servicio de Atención Primario de Urgencia.
Durante los meses más duros de la pandemia estuvo en un área que se denomina de Observación Abreviada ,donde estaban todos los pacientes con COVID-19 que no era necesario enviar a unidades críticas del hospital. "Nosotros podíamos mantenerlos ahí si evolucionaban bien, o de lo contrario había que derivarlos al hospital".
Fue una experiencia ardua, agotadora, pero también de buena coordinación. "Diría que en plena cuarentena tuve jornadas muy largas. Llegué a hacer una jornada de 50 horas cuando estaba atendiendo a pacientes COVID, pero bien, hago equipos muy buenos".
Gigi, como la llaman sus nietos, se reconoce como líder en su trabajo: "Me quieren mucho, me mandan a dormir para que descanse y todo eso para poder seguir con la jornada". Por su carácter acogedor, pero también dinámico y dirigente, no se considera una mujer subordinada en este mundo dominado por médicos varones, o por ser una profesión de servicio. Muy por el contrario, señala:
"Las enfermeras somos las jefas, tenemos algo parecido a un matriarcado, somos muy independientes, autosuficientes. Yo diría que los hombres se intimidan cuando llegan a los servicios a trabajar con nosotras porque somos tan mandonas. Entonces no me he sentido nunca con problemas de género".
Tener experiencia y poder socorrer a la gente la hacen sentir que su aporte es valioso. "Me hace sentir importante porque puedo ayudar a los demás con conocimientos. Entonces no me siento subordinada. Mi yo mujer, está alimentada por mi yo enfermera", declara Contreras.
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Aunque reconoce que su experiencia ha sido a nivel de los servicios de urgencia de atención primaria, vital en el sistema de salud público chileno, estos son de menor tamaño. Lugares donde, revela la enfermera, la mayoría de sus trabajadores lo hacen a honorarios, sin contrato, por tanto "no se tienen beneficios, ni derechos. Sí muchas obligaciones, pero no hay derechos. Derechos a reforzar, a educarnos, a hacer más cursos. El que quiere superarse tiene que costearlos solo".
De hecho, su cambio de trabajo de la comuna de La Pintana a la Granja, tras 15 años de labor, fue porque se "autodespidió", debido a que justamente nunca fue contratada, por lo cual no podía hacer carrera funcionaria. Una realidad que demuestra la precariedad en que trabajan muchas enfermeras y muchos funcionarios de la salud en Chile.
Carencias que a Gigi no le impiden realizar con esmero su labor. "Para mí, ser enfermera es una de las profesiones más lindas que pude haber escogido. Es gratificante poder ayudar, gestionar, educar a la persona que lo solicite. Es solo vocación de querer ayudar".
Este sentimiento es compartido por Camila Quintana Brescovich, una joven enfermera de 26 años, que trabaja en el populoso Hospital San José de Independencia, en Santiago, y quien vive junto a su padre.
Para ella, con el hecho de ser enfermera "se logra hacer que cada mañana te levantes de la cama sabiendo que ese día es una nueva oportunidad para cambiar, mejorar o al menos aliviar la vida de las personas, aunque solo sea la de una a la que podrás sacarle una sonrisa que quizás hace cuántos meses lleva sin tener ", explica.

Entre la alegra y la frustración

© Foto : Gentileza Camila QuintanaCamila Quintana en su trabajo
Camila Quintana en su trabajo - Sputnik Mundo, 1920, 05.03.2021
Camila Quintana en su trabajo
La experiencia de ser enfermera en tiempos de pandemia ha sido ardua, como también gratificante y a la vez frustrante, para Camila.
"La falta de insumos es tremenda, ves una lista de espera de hace bastante tiempo, con pacientes sin haber sido atendidos. A veces los llamas para citarlos o también para saber si al menos pudieron atenderse por sus medios, y muchas veces te responden que por temas económicos su única opción será seguir esperando tu llamada, y por lo mismo su padecimiento está agravado".
La pandemia, señala la profesional, retrasó aún más las atenciones. "Hace unos días tuve que atender a un adulto mayor por una molestia de hace varios meses, donde debía realizarse un examen de imagen para confirmar el diagnóstico y poder operarse, cuyo examen se demoraba mínimo cinco meses para recibir una hora".
Una realidad que viven muchos centros hospitalarios públicos del país sudamericano, y que, en su caso, Camila intenta suplir con acompañamiento y solidaridad hacia quienes considera son sus compatriotas.
"Lo bueno es que estás con el pueblo chileno, la realidad, con los que conforman la mayoría del país, la gente esforzada a la que no se les regaló nada en la vida y la que también es la más agradecida. Muchas veces nos llenan de golosinas para demostrarlo o nos llaman sus familiares y amigos", dice.
La joven enfermera fue una de los casi 7.000 funcionarios de la salud que para mayo del 2020 se contagiaron de COVID-19. "Cuando a mí me dio COVID en mayo, comencé con náuseas y vómito. Como no eran habituales no me habían tomado la [prueba] PCR en un principio, y también los métodos de diagnóstico no eran tan exactos", recuerda.
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Para Camila, lo más difícil de ese momento de alza del contagio fue la escasez de insumos, de equipos de protección personal, la sobrecarga laboral, pero en especial la descompensación de varios pacientes.
"Creo que lo que más me impactaba y dolía era la cantidad de pacientes que fallecían cada semana debido al COVID sin haber ingresado por él. Pacientes con patologías de fácil manejo, para una baja estadía hospitalaria y buen pronóstico, que de un día para otro dejaban de estar. ¿Cómo le explicas eso a su familia?".
Hoy Camila está en la primera línea de la vacunación contra el coronavirus. "Estamos iniciando ahora la segunda etapa de vacunación de los funcionarios. La segunda dosis la iniciamos esta semana y debería extenderse hasta fines de marzo", detalla.

Un trabajo que se proyecta en las calles

© Foto : Gentileza María Julia ContrerasBrigada Rescate B, en el 8 M del 2020, Gigi al centro
Brigada Rescate B, en el 8 M del 2020, Gigi al centro - Sputnik Mundo, 1920, 05.03.2021
Brigada Rescate B, en el 8 M del 2020, Gigi al centro
Para Gigi y Camila la labor de servicio y ayuda a la comunidad, a pesar del duro trabajo en el servicio público de salud, no se termina al finalizar sus turnos. Ambas son voluntarias en los piquetes sanitarios que apoyan las manifestaciones sociales iniciadas el 18 de octubre de 2019.
"La brigada para mí es como la extensión de mi familia. La mayoría de las personas van al gimnasio, al yoga, a hacer diferentes actividades. Para mí el día viernes está destinado a la brigada", reconoce Gigi.
Cuenta que se sumó al trabajo voluntario en la rebautizada Plaza de la Dignidad para cuidar a sus sobrinos que estaban participando en la Primera Línea. "Yo como enfermera empecé a seguirlos porque me preocupaba por ellos, que les fuera a pasar algo".
Hoy va todos los viernes, a pesar que su madre a veces le pide que se quede en casa, a quien ella le responde: "No mamá yo tengo que ir allá a cuidar a los niños, le digo yo, porque los chiquillos de la primera línea para mí son mis héroes, de verdad. Son mis héroes los cabros, yo les tengo mucho cariño, yo estoy ahí por ellos, porque lo que yo no me atreví quizás a hacer cuando era joven lo están haciendo ellos ahora".
Por su parte, Camila Quintana cuenta que llegó al punto de salud instalado en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), a tres cuadras de la llamada zona cero del estallido social, el 25 de noviembre del 2019, invitada por un amigo enfermero.
"Ese fue nuestro punto, ahí comenzamos a desplegarnos como cuadrilla. Con mi compañero y yo, porque éramos siempre los dos, todo lo comprábamos, nuestros insumos. Hasta que de a poquito la gente conoció la FECH y comenzó a llevar insumos, y después teníamos muchos insumos, y era muy lindo ver cómo la gente ayudaba, nos regalaba comida, no llevaba pollo, nos regalaba bicarbonato".
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Hoy pertenece al Movimiento Salud en Resistencia (MSR), surgido en medio de la revuelta social y que se despliega cuando se hacen llamados de protesta. "Atendemos heridos, personas gaseadas, y aquellos casos en los que el requerimiento sobrepasa nuestra capacidad, por encontrarnos en calle y por la complejidad de la atención, hacemos las derivaciones hasta los centros asistenciales más cercanos".
Para la joven enfermera es una experiencia muy satisfactoria "cuando ves que esa gente se va recuperando de sus lesiones, que tú las viste llegar llorando, con sangre, emocionadas, conmocionadas, traumadas".
Personas que para Camila son del mismo pueblo que ella atiende en el servicio de salud. "La gran mayoría de la gente que está en la calle luchando, la gente herida, la gente que se la llevan los pacos [la Policía], la gente gaseada, que tiene perdigones todavía en su cuerpo hasta el día de hoy, es pura gente humilde, gente de esfuerzo, gente que se cansó de las desigualdades, de haber crecido sintiéndose inferior a otros, de haber crecido deseando tener oportunidades que otros tuvieron".
Una opinión que Gigi también comparte y por la que seguirá saliendo a la calle: "Yo tengo estas herramientas que manejo, soy profesional, yo los puedo ayudar, yo voy a estar ahí. Siempre decimos: 'Aunque haya 10 manifestantes, nosotros vamos a estar ahí'. Eso es la brigada, la brigada es puro amor al prójimo", dice con pasión.
Estas dos enfermeras, de generaciones distintas, son parte de un sistema de salud que, como explica María Angélica Baeza, le permite hoy a la autoridad sanitaria informar cifras alentadoras, y especialmente aquellas que tienen relación con el porcentaje de la población vacunada.
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"Hemos logrado el liderazgo en América Latina, muy similar a lo que está ocurriendo también en Europa, principalmente en el Reino Unido y quizás no sea casualidad, puesto que nuestra formación viene de aquella escuela inglesa que formó Florence Nightingale hace 200 años.".
La dirigente gremial no puede dejar de destacar el trabajo que sus colegas han hecho a lo largo del país, y agradece el compromiso que ellas han tenido con la salud de las personas, tanto a nivel público como privado. "Y eso ha sido por su profesionalismo y entrega durante toda esta emergencia sanitaria. No me cabe duda que serán recordadas como un ejemplo para las futuras generaciones", concluye.
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