Muere el actor español Quique San Francisco a los 65 años

El actor Enrique San Francisco ha fallecido tras permanecer varias semanas ingresado en la UCI del hospital Clínico San Carlos de Madrid a consecuencia de una neumonía bilateral.

San Francisco llevaba varios años arrastrando problemas de salud, que se vieron agravados después de que sufriera un accidente de moto en el año 2002 por el que estuvo más de un año sin poder moverse.

La causa de su fallecimiento ha sido una neumonía bilateral necrotizante cuyas complicaciones terminaron por afectar a algunos órganos. Estaba ingresado en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid desde mediados de enero. No está claro si la dolencia estuvo provocada por una infección de COVID-19 o si fue consecuencia del frágil estado de salud que el actor venía arrastrando en los últimos años.

Quique San Francisco nos ha dejado. D.E.P. pic.twitter.com/sdMOOdU7iz

— HemerotecaFilm (@HemerotecaFilm) March 1, 2021

Actor icónico

Rogelio Enrique San Francisco Cobo fue en realidad una constante de la cinematografía española de los últimos 40 años. Hijo de actores, debutó en el mundo del celuloide con tan solo seis años. Pisó el mundo del teatro poco después y con apenas 10 años el televisivo, pues en 1965 protagonizó la serie Santi, botones de hotel.

Pero fue en el cine donde San Francisco dio muestras de su personalidad, que conjugaba un gusto especial por el exceso con pinceladas de humor. Casi siempre en papeles de actor secundario, su presencia se hizo fuerte en varias de las joyas de un subgénero cinematográfico puramente español: el cine quinqui. O lo que es lo mismo, las historias de delincuencia callejera y juvenil tan de boga en el país desde finales de la década de los años 70 hasta mediados de la siguiente. Navajeros (1980), Colegas (1982) o El Pico (1983), todas del director de referencia del género, Eloy de la Iglesia, enmarcaron a San Francisco en papeles muy reconocibles de los que supo trascender.

Adiós a Quique San Francisco, símbolo del cine quinqui. Descanse en paz. pic.twitter.com/R9XRVwIWyw

— Don Rodrigo (@RodrigoDdeV13) March 1, 2021

No en vano, San Francisco acumuló papeles inolvidables en algunas de las mejores películas del cine español, como es el del inefable Cascante en la surrealista Amanece que no es poco (José Luis Cuerda, 1988). Su actuación en Orquesta Club Virginia (Manuel Iborra, 1992) le valió una nominación a los premios Goya.

También se le pudo ver en Acción mutante (1993, la ópera prima de Álex de la Iglesia), o en París-Tombuctú (1999), del genio de la comedia Luis García Berlanga. Para la televisión, trabajó en series como Colegio Mayor (1994) o Cuéntame cómo pasó (entre 2001 y 2008), Aída o Águila Roja (ambas en 2015). En los últimos tiempos estaba dedicado a los monólogos humorísticos y alguna que otra representación teatral.

Al cielo aunque sea inhóspito... DEP Quique San Francisco pic.twitter.com/mW61tuPevv

— Club de los Viernes (@clubdeviernes) March 1, 2021

Un baluarte del exceso

De pelo ensortijado y ojos saltones de color azul, la voz quebrada de San Francisco, que cumplió el servicio militar en la Legión Española, imprimía un carácter cómico a una vida que en realidad estuvo caracterizada por el exceso. Gustaba de vivir al día e ir en moto, vehículo con el que en 2002 sufrió un grave accidente al embestirle un coche por detrás. Estuvo más de un año postrado en silla de ruedas.

Los años ochenta vieron a un San Francisco sumido también en problemas con las drogas. Aunque nunca se casó ni tuvo descendencia, sonora fue su relación con la actriz y cantante Rosario Flores. Con deudas de manera casi permanente (incluso narraba en las entrevistas a qué otros actores debía dinero), en 2018 perdió la propiedad de su casa y desde entonces vivía en la habitación de un hotel a las afueras de Madrid.

Mantuvo una actitud burlesca para con su destino y circunstancias casi hasta el final. La perspectiva de la muerte tampoco escapó a este enfoque bromista; no en vano fue el protagonista del último anuncio publicitario navideño de Campofrío, en el que encarnaba a la muerte, aludiendo a "el milagro de estar vivos".