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Por qué las funerarias están bajo la lupa en Bolivia

© Foto : Pixabay/Lisa Yount Ataúdes en funeraria
Ataúdes en funeraria - Sputnik Mundo, 1920, 18.02.2021
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Con el aumento de fallecimientos por causa de la pandemia de COVID-19, el negocio funerario tuvo un impulso en el país. Pero este crecimiento no va a acompañado de las medidas de bioseguridad necesarias, por lo cual el Gobierno clausuró varias funerarias e inició procesos por atentados a la salud pública.
En los últimos días, varias funerarias de las ciudades de Cochabamba y La Paz fueron denunciadas por no seguir los protocolos de bioseguridad al tratar con cuerpos de personas fallecidas por COVID-19. Las protestas motivaron la intervención del Gobierno nacional, que constató las denuncias y comprobó tratos que no condicen con el respeto a la dignidad humana.
Además, se comprobó que varias casas mortuorias incurren en sobreprecios cuando se refiere a clientes cuyas vidas se llevó el coronavirus. El Viceministerio de Defensa de Consumidor anunció que se elaborará una normativa para regular el trabajo de este rubro, nuevamente en auge durante la segunda oleada de contagios en Bolivia.
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En la ciudad de Cochabamba, a las denuncias ya mencionadas se sumó la proliferación de funerarias clandestinas, que no cuentan con la habilitación de las autoridades correspondientes y no cumplen con los estándares mínimos para atender a los cuerpos de quienes ya no están en este mundo.
En Bolivia, generalmente cuando a un negocio le va bien, no pasa mucho tiempo hasta que se le instala al lado otro comercio, dedicado al mismo rubro. De esta manera, en las ciudades no es extraño encontrarse con la calle de las peluquerías, de las ferreterías o de las joyerías. En Cochabamba, la calle de las funerarias es la 25 de Mayo. En La Paz, se sitúan en la avenida Busch y sus adyacencias.
Sputnik recorrió la calle 25 de Mayo, ante la apatía mayoritaria de los trabajadores de las funerarias: "Ahora la dueña no está, vuelva más tarde". O "ahorita no podemos atenderlo, estamos con harto trabajo". Y era verdad, porque justo una familia doliente cotizaba cajones en ese negocio.
© Sputnik / Sebastián OchoaFuneraria San Mateo, de Cochabamba
Funeraria San Mateo, de Cochabamba - Sputnik Mundo, 1920, 18.02.2021
Funeraria San Mateo, de Cochabamba
El trabajo de estas casas mortuorias está en observación desde que unos vecinos de la zona oeste de la ciudad filmaron una escena que se volvió viral. Desde un edificio, captaron cómo en el patio de una funeraria sus empleados rociaban un cuerpo con agua de una manguera, como quien lava su auto.
A partir de ese momento el Estado tuvo que intervenir para verificar en qué condiciones se realiza el servicio fúnebre, en ese y otros establecimientos. La casa del video viral se llamaba Garnica, se situaba en la avenida Martín de la Rocha y fue clausurada porque sus propietarios no pudieron presentar los papeles habilitantes.
Johnny Fernández está a cargo del servicio de protocolo y de entierro de la funeraria San Mateo, en la avenida Oquendo, de la ciudad de Cochabamba. "En cuestión de fallecimientos por COVID-19, no estamos trabajando con esos casos por nuestra seguridad", dijo a Sputnik.
Comentó que las funerarias que atienden casos de COVID-19 efectúan cobros desmedidos, que de todos modos no justifican poner en riesgo la salud, opinó Fernández. En algunos casos, se llega a cobrar hasta 14.000 pesos bolivianos (unos 2.000 dólares).
Cuestionado al respecto por el diario Página Siete, el presidente de la Asociación de Funerarias de La Paz y El Alto, Miguel Ángel Elías, consideró que "lamentablemente no se reconoce que estamos poniendo el pecho a las balas. ¿Se animaría a poner un cuerpo en una bolsa de bioseguridad? ¿Y si le pago 300 bolivianos [42 dólares]? Tampoco ¿verdad?".
Ese costo no incluiría la realización del funeral, porque están prohibidos para los casos de COVID-19. Fernández comentó que cuando atienden a quienes fallecieron por esta enfermedad, "de la morgue se pasa directamente al crematorio, porque está prohibido hacer la velación".

Crematorios, al tope

Semanas atrás, en el pico de la segunda ola, los hornos crematorios de las ciudades de Cochabamba y La Paz no daban abasto para incinerar todos los cuerpos que se requería. Se formaron listas de espera, motivo por el cual las funerarias tenían que resguardar a los fallecidos hasta que tuvieran su turno.
Esta fue la excusa del propietario de una funeraria de la avenida Busch, en La Paz, cuando una inspección del Viceministerio de Defensa del Consumidor halló cinco cuerpos envueltos con frazadas en una habitación.
© Sputnik / Sebastián OchoaHorno crematorio del Cementerio General de Cochabamba, Bolivia
Horno crematorio del Cementerio General de Cochabamba, Bolivia - Sputnik Mundo, 1920, 18.02.2021
Horno crematorio del Cementerio General de Cochabamba, Bolivia
Fernández dijo que el flujo de trabajo "está normal en cuanto a fallecimientos naturales, o por accidentes. Pero en cuanto a los casos con COVID-19, sí se ha elevado la demanda". Según una investigación del periódico Los Tiempos, durante el último año en Cochabamba las funerarias pasaron de ser 50 a 75, a partir de la presencia del coronavirus.
En los peores momentos de la pandemia, entre junio y septiembre de 2020, el Ministerio de Salud del Gobierno de facto de Jeanine Áñez (2019-2020) llegó a registrar 100 muertes diarias, de las cuales aproximadamente 20 correspondían a Cochabamba. En la actual segunda ola, la cifra máxima de fallecimientos en un día fue de 74 personas.
No obstante, el encargado de la funeraria San Mateo aseguró que "en esta segunda ola hay más muertes. Por este motivo el horno crematorio ha colapsado nuevamente en el Cementerio General. Por eso han aumentado las horas de cremación". Hasta diciembre de 2020, el horno funcionaba en el horario de 7 a 15 horas. Pero a partir de enero se le sumó un segundo turno: de 15 a 19 horas.

Guía para el manejo de cuerpos

El año pasado, durante la primera ola de la pandemia, el Ministerio de Salud de Áñez divulgó su Guía de Procedimientos para el Manejo y Disposición de Cadáveres de Casos de COVID-19. Contiene una serie de consejos optativos para la manipulación final de los cuerpos.
"La primera opción recomendada a la familia para la disposición final de los cuerpos de difuntos por COVID-19 es la cremación", dice este documento. Pero concede que "cuando en el municipio no se cuente con un horno crematorio, o cuando los familiares así lo dispongan, el cuerpo (al interior de la bolsa de traslado y del féretro cerrado) podrá ser inhumado en un nicho o enterrado". El ataúd debe sellarse con silicona y tornillos.
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La guía también explicita que "no se realizará el velatorio del cuerpo con el ataúd (cuerpo fresco). Sin embargo, se podría realizar el velatorio después de la cremación", siempre y cuando se mantengan las medidas de prevención correspondientes, con la participación de menos de 10 dolientes.
Esto llevó a que muchos funerales comenzaran a transmitirse en vivo por las redes sociales para los familiares cercanos que no hubieran podido estar ahí. Incluso las funerarias ofrecen salas de Zoom como parte del paquete de servicios.
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