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El científico que convertiría a Venezuela en una potencia nuclear

Humberto Fernández Morán, científico venezolano  - Sputnik Mundo, 1920, 17.02.2021
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Describió la estructura de la membrana mitocondrial, desarrolló el bisturí con punta de diamante, creó laboratorios de microscopía electrónica en el Hospital General de Massachusetts y la Universidad de Chicago, fundó en Venezuela el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC, hoy IVIC).
Además, trabajó en proyectos vinculados a las exploraciones espaciales justo cuando las potencias mantenían una intensa carrera por ir al espacio y coordinó la instalación en Venezuela de un reactor nuclear.
Este es parte del avasallador legado del científico venezolano Humberto Fernández Morán, quién para muchos de sus coterráneos sigue siendo un auténtico desconocido.
A pocos días de celebrarse 97 años de su natalicio, Sputnik ha querido rescatar del olvido algunas de sus contribuciones de la mano de otros prominentes científicos que permiten una mirada distinta sobre una figura que no ha estado exenta de polémica.

"Un hombre real"

La vida entera de Humberto Fernández Morán, a juicio de estudiosos que llegaron a conocerlo, ha estado siempre atravesada por exageradas o deficientes interpretaciones tanto de sus detractores, como de quienes lo admiraban.
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Raúl Padrón, profesor de la escuela de medicina de la Universidad de Massachusetts y José Esparza, profesor adjunto de Medicina en el Instituto de Virología Humana de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland en Baltimore (EEUU), en diálogo con Sputnik decidieron hacer un breve recuento por la vida de Fernández-Morán, a propósito de un completo artículo escrito en 2018 para conmemorar 20 años de la muerte del insigne investigador venezolano.
Comienzan con la recomendación de "escribir algo diferente a las exageraciones que con frecuencia circulan en las redes, que hablan muchas tonterías sobre Fernández-Morán, (…) el verdadero Fernández-Morán, más genuino, más real, despojado de las fantasías, puede ser mejor ejemplo para Venezuela y para los jóvenes venezolanos", explican.
Una de las contribuciones más importantes que hizo en Venezuela, fue la creación en 1954 del Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales (IVNIC), el antecesor del actual IVIC (Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas).
"Fue precursor de la criomicroscopía electrónica: inventó el concepto de congelado-hidratado, construyó los primeros criomicroscopios electrónicos (Crio-ME) y registró las primeras micrografías de especímenes congelados hidratados. Eso disparó la Resolution Revolution. El uso de bajas temperaturas para la observación directa de especímenes biológicos congelados-hidratados con moléculas de agua vitrificadas, introdujo en 1952 la crioultramicrotomía 15, en 1960 la criosubstitución 16, avanzando en 1963 el concepto de la criomicroscopía electrónica. En 1966 construyó el primer criomicroscopio electrónico con lentes superconductoras a temperatura de helio líquido 19 en la Universidad de Chicago (EEUU). Este prototipo de Crio-ME experimental le permitió registrar las primeras criomicrografías electrónicas de cristales de catalasa congelado-hidratados a 80 Å de resolución, espécimen que se convirtió en la referencia usada en los años subsiguientes para evaluar la resolución alcanzada por los nuevos Crio- ME", destaca Padrón.
Esparza añade que fue precisamente su formación en microscopía electrónica la que le permitió brindar su aporte al proyecto Apollo de la NASA, aun cuando no se tiene registro de haber pertenecido formalmente a dicha institución.
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Ángel Viloria, biólogo y exdirector del IVIC (2008-2011), se une a la reconstrucción histórica sobre el aporte de Fernández-Morán y se extiende en este apartado.
"Hizo un estudio de la estructura de unas muestras de rocas lunares, mediante observaciones de cortes ultrafinos en el microscopio electrónico. Los resultados de esos estudios se publicaron en una revista muy prestigiosa. Algunas de esas pequeñísimas muestras minerales fueron traídas a Venezuela gracias a la donación de archivos y otras pertenencias que hizo la esposa de Fernández-Morán al IVIC", añade.

Una breve (y poco conocida) historia nuclear

Ocho años después de los bombardeos nucleares que arrasaron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, el presidente de EEUU, Dwight Eisenhower, comenzó la promoción de un programa internacional para el uso pacífico de la energía nuclear. Su propuesta fue conocida como 'Átomos para la Paz'.
Según recoge el investigador Sánchez Silva, el 14 de junio de 1955, la Administración Eisenhower "firmó un convenio entre Venezuela y el Gobierno de Estados Unidos sobre el desarrollo de la energía atómica con fines pacíficos. Mediante este acuerdo el Gobierno de EEUU donaría 300.000 de dólares para la construcción de un reactor nuclear en el Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales [IVNIC] para los fines de investigación científica", señala.
Ángel Viloria considera que el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez consintió apoyar a Humberto Fernández-Morán en la constitución del IVNIC, solo para que asumiera luego la responsabilidad del "primer desarrollo de energía atómica en América Latina".
"Esta fue una responsabilidad muy grande y un compromiso difícil de cumplir, pues la coyuntura se dio justo en el período de la posguerra [al menos en 1952], a siete años de la monstruosidad cometida por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, por la cual hubo de crearse un organismo internacional regulador de las actividades relacionadas con la energía atómica. La República de Venezuela se embarcó en esa aventura, para lo cual Fernández-Morán ha debido desplegar enormes habilidades de negociación internacional, incluyendo la solicitud de todos los permisos y licencias necesarios para tan avanzado proyecto. Era un reactor atómico relativamente pequeño pero cuya construcción demoró mucho más de lo estimado, precisamente por toda la permisología requerida", comenta Viloria.
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Sin embargo, tal y como lo señala el propio Pérez Jiménez en su obra autobiográfica Frente a la Infamia, el plan nuclear tenía un horizonte mayor, como el de permitir "una serie de realizaciones avanzadas para fines pacíficos (…) y también la posibilidad de fabricar armas atómicas secundarias".
El periodista José Emilio Castellanos, en entrevista hecha al exdictador venezolano en 1998, amplía las razones para la construcción de un reactor nuclear en el territorio venezolano conocido como la Gran Sabana, ubicado en el estado Bolívar.
"Queríamos convertir aquello en una zona industrial de primer orden, generar energía por el reactor de fisión, porque los reactores de fisión, desafortunadamente, no han resultado muy prácticos. La fisión es la desintegración del núcleo del átomo que se desintegra. Pero la energía predominante en el cosmos es la de la fusión de los átomos de hidrógeno. La principal transformación es de los átomos de hidrógeno en átomos de helio, que es la energía que hay en el interior de las estrellas, y es la energía que la humanidad tendrá en el futuro: limpia e inagotable, porque el hidrógeno está en las aguas. (…) Pensé en el Proyecto del IVIC con el propósito de crear el reactor en la Gran Sabana. Por allí se iba a poner el reactor atómico, pero se iba a aprovechar la energía generada por las aguas del río Caroní, que es la segunda cuenca en potencial hidroeléctrico que tiene la América del Sur. Comenzamos por hacer la Planta de Macagua, para suministrar energía eléctrica para la Planta de Matanzas, Siderúrgica de Matanzas, que ahora la van a vender. Y digo vender. No privatizar…", relata Pérez Jiménez.
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Ángel Viloria, remata con la siguiente consideración "si el IVNIC fue un sueño cumplido para Humberto Fernández-Morán, el reactor nuclear RV-1 fue uno de los principales caprichos inconclusos de Pérez Jiménez, un mandatario inclinado a los proyectos grandiosos. (…) Por cierto, que la edificación del reactor aún existe, pero fue transformado en 1999 en una planta de servicios de irradiación de rayos gamma, principalmente para esterilización de alimentos e insumos médicos. El organismo internacional de energía atómica retiró los núcleos de uranio que alimentaban el reactor y se los llevó del país. La planta pegamma [así se llama] funciona con lápices de cobalto radiactivo. Allí no se pueden hacer ni bombas ni misiles, ni siquiera se puede hacer investigación en fusión nuclear, allí se esterilizan jeringas, mascarillas y uniformes quirúrgicos. Como dato curioso debo añadir que en Argentina también se desarrolló un proyecto de reactor nuclear en la década de 1950 [más pequeño que el venezolano], que se inició secretamente poco después del reactor del IVNIC, pero que por las demoras que sufrió este último, terminó construyéndose primero".

La entropía tropical y el desconocimiento de una obra

Los biógrafos y estudiosos de la obra científica de Fernández-Morán coinciden en que la responsabilidad del desconocimiento de su labor, se debe a su vinculación con Marco Pérez Jiménez por haber aceptado ser su Ministro de Educación 12 días antes de que la dictadura fuese desbancada del poder en Venezuela en 1958.
Según refieren Viloria, Padrón y Esparza, la salida de Fernández-Morán del país en aquellos años fue un acto voluntario como respuesta también a un grupo de académicos y profesores universitarios que se encontraban ligados al nuevo Gobierno que se asentó en Venezuela. Ellos "se ocuparon diligentemente de construirle un expediente negativo principalmente basado en su personalidad exigente y en su asociación política con el perezjimenismo [académicamente no podían atacarlo, su trayectoria era impecable y brillante en ese aspecto]. Ese expediente se utilizó para su destitución como director del IVNIC, y las personas que lo elaboraron pasaron a ocupar los espacios del IVNIC, autorizados y posteriormente designados por el nuevo ministro de sanidad y asistencia social”.
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La carrera de Fernández-Morán después de 1958 también fue muy fructífera. Especialmente en los Estados Unidos (Chicago) y en Suecia (Estocolmo). Sin embargo, siempre estuvo en contacto con Venezuela y mantuvo el sueño de gestar y consolidar grandes proyectos para el avance científico y tecnológico del país, pero no pudo lograrlo.
Llevado por su propia experiencia, definió como 'entropía tropical' a la incapacidad para que los proyectos fueran comprendidos y ejecutados por los gobiernos.
“La entropía tropical de Fernández-Morán tiene que ver con nuestra detestable tradición de no continuar los buenos proyectos de las generaciones anteriores. Más bien diría yo, la falta de tradición institucional, en donde lo bueno de las instituciones debe estar por encima de las coyunturas políticas. La tragedia personal de Fernández-Morán debe ser medida por el hecho de que su proyecto de vida fue la creación del IVNIC. Esa ilusión le fue arrebatada por la circunstancia nacional, el derrocamiento del Gobierno de un presidente nacionalista venido a mal. Un ejemplo más entre muchos, de la entropía tropical latinoamericana”, concluye Viloria.
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