Una de las primeras vacunadas de Brasil contra el COVID-19: "Sensación de éxtasis"
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RÍO DE JANEIRO (Sputnik) — Tarde de domingo de calor en la ciudad de Sao Paulo. Adriana Pasmanik, médica pediatra, se disponía a echarse una siesta cuando de repente sonó el teléfono. La llamaban del Hospital de las Clínicas, su lugar de trabajo desde hace más de 30 años y donde en los últimos meses batalló duró contra la pandemia.
En ese momento aún no lo sabía, pero poco después se convertiría en una de las primeras personas vacunadas en Brasil contra el COVID-19.
"Yo entendí que teníamos que ir porque ya íbamos a empezar a vacunar, pero al llegar allí me enteré de que me iban a poner la vacuna… Fue una mezcla de esperanza, felicidad… Me sentí muy orgullosa de representar a todo un equipo de salud que renunció a tantas cosas en los últimos meses (…) Fue una sensación de éxtasis", explica la doctora en declaraciones a Sputnik.
19 de enero 2021, 00:12 GMT
El 17 de enero, minutos después de que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) por fin autorizara el uso de emergencia de las vacunas de Oxford/AstraZeneca y Sinovac, se pusieron las primeras inyecciones simbólicas en el Hospital de las Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (USP).
Estaba todo listo para empezar a vacunar en cuanto la Anvisa diera luz verde. La enfermera Mónica Calazans fue la primera de Brasil y poco después se vacunaron otros profesionales del centro, entre ellos Adriana. En total fueron 112 trabajadores.
Confianza en la ciencia
Recibieron la inyección de la vacuna de Sinovac, en Brasil desarrollada junto al Instituto Butantan de Sao Paulo, la única disponible en el país en estos momentos. La vacuna tiene una eficacia global del 50,4%, justo por encima del mínimo que exigen las autoridades sanitarias, aunque su eficacia contra casos graves es mayor (78%) y evita todas las muertes.
La doctora Pasmanik se queda con lo importante: "Si disminuye las muertes y los casos graves ya está genial, porque con el resto conseguimos lidiar, pero con la muerte no podemos", remarca. Dice ser una entusiasta de la vacuna y promete ser una combatiente, prácticamente una evangelizadora: "Yo me vacuné y quiero que todo el mundo lo vea, ojalá sirva de ejemplo para alguien y sea inspirador", confía.
Sabe que el negacionismo y las dudas hacia las vacunas, en buena parte propagadas desde el sillón presidencial, pueden ser un obstáculo para el éxito de la campaña de vacunación, y también es consciente de que las vacunas están en medio de una guerra política entre el gobernador João Doria, su principal impulsor, y el presidente Jair Bolsonaro, pero prefiere no entrar en ese terreno.
"No podemos depender de posturas políticas (…) Me gustaría que las personas consiguieran separar la política de lo que es la pandemia y la salud pública, esa mezcla no es saludable; la gente tendría que sentarse un poquito y reflexionar", dice, sobre todo en referencia a la falta de cuidado de muchas personas y las aglomeraciones, que son parte habitual del paisaje en Brasil desde hace meses, a pesar de las continuas alertas. A veces sientes que el esfuerzo que estás haciendo no es recíproco", lamenta.
Meses díficiles
Para Pasmanik, la vacuna llega tras meses de trabajo extenuante. Cuando a principios del año pasado llegaron las primeras noticias de la pandemia desde China y sobre todo del colapso del sistema sanitario de Italia, en su hospital rápidamente prepararon un sector para pacientes de COVID-19. Ella, a sus 58 años, decidió rápidamente presentarse como voluntaria para cuidarles. Durante largas semanas sumaba su jornada en el ala de pediatría con la primera línea de lucha contra la pandemia.
Reconoce que fueron semanas y meses al límite y con mucho desgaste emocional, sobre todo por la situación "extremadamente solitaria" de los pacientes, que mueren sin el consuelo de tener a un familiar cerca, pero se aferró a su carácter optimista por naturaleza para sobrellevar la situación lo mejor posible.
"En momentos de sufrimiento, de pérdidas, siempre intentaba mirar lo que había hecho hasta ese momento para buscar esa energía, en vez de quedarme llorando y deprimida", dice. La doctora se presentó como voluntaria en las primeras semanas de la pandemia y volvió a hacerlo ahora, cuando empieza a intuirse una luz al final del túnel gracias a las vacunas. Cree que es algo que no se paga con dinero: "Es una transferencia que va directa al corazón", asegura.
Ella está entre el primer centenar de vacunados en Brasil, pero desde el domingo hasta ahora las agujas ya han pinchado muchos más brazos. En su mismo hospital, la megaoperación logística que ella también ayudó a montar, está funcionando a todo vapor. La tarde de este martes ya se alcanzó la cifra de 5.000 trabajadores vacunados. La convocatoria se hace por orden alfabética, y de momento los que están entre la A y la G ya fueron vacunados. A partir de ahora se espera acelerar el ritmo, 800 por hora.